ID de la obra: 971

Regresión

Het
NC-17
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2
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planificada Maxi, escritos 72 páginas, 41.644 palabras, 8 capítulos
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Capítulo 6: Sacrificios

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Harry observó el reloj por milésima vez esa noche, anhelando que pronto saliera el sol y buscar un pretexto para escapar de ahí. Dirigió su mirada esta vez a la única persona que yacía dormida en esa cama y no pudo evitar sentir un dolor en el pecho al recordar lo que sus hijos habían dicho hace un momento, ¿De verdad todo eso estaba ocurriendo? Se preguntó, esforzándose por tragarse el nudo lleno de inseguridades que se formó en su garganta. Estaba demasiado abrumado, demasiado confundido y a la vez lleno de coraje, no sabía por quién estaba más preocupado, si por la situación que estaban atravesando sus hijos, el odio que James manifestó hacia él o su matrimonio con Hermione. Una opresión en su pecho lo obligó a apartar la mirada de ella, cerrando los ojos e intentando encontrar una explicación lógica para todo esto, ¿Será posible que su matrimonio con su amiga no funcionó? y el terror lo invadió, ¿Había un culpable?, ¿Y si era él y por eso James y Lily lo aborrecían? pensó asustado, ¿Cómo podría arruinar algo así? Se cuestionó preocupado. Por más que se detenía a pensarlo no encontraba una forma de que él fuera el culpable, admitía que le aterraba que su matrimonio con Hermione terminara, pero no había razón para alejarse de ellos, después de todo eran su familia ¿Por qué otra razón las cosas saldrían mal?, ¿Infidelidad? Negó, él no era esa clase de personas que jugaba con los demás, mucho menos con Hermione, prefería cortarse las manos antes de hacerle algo así a su amiga. La respetaba y desde luego que la quería, es más, ni siquiera se imaginaba una vida lejos de ella. Él era tan dependiente de Hermione, que como pareja o no, no se permitiría alejarse de ella... Entonces ¿Qué fue? Volvió a repetirse con desesperación y la pregunta que más había estado evadiendo lo atacó: ¿Y si ella dejó de quererte? Apretó su mandíbula con fuerza y la regresó a ver dolido, ¿Y si Hermione fue la que hizo las cosas mal? pensó al recordar lo que dijo Lily y de nuevo sintió esa sensación de ardor en su pecho. Tragó otra vez, llevándose las manos a su rostro, intentando apaciguar el coraje que lo invadía y regresó a ver el reloj, viendo que aún faltaban un par de horas para que amaneciera. Suspiró cansado, iba a ser una noche larga... James, por otro lado, tan pronto cerró la puerta de su habitación no dudó en lanzar un fuerte golpe a su colchón, sabiendo que si tuviera su varita consigo silenciaría el lugar y destruiría todo a golpes, ¡¿Qué mierda pasaba con sus padres?! Se preguntó furioso mientras caminaba de un lado a otro por el cuarto, intentando reprimir sus emociones. —¿Por qué?, ¿Por qué él? —Masculló, pasándose las manos constantemente por la sien, intentando encontrarle sentido a la estúpida decisión de su madre, ¿Qué explicación absurda podría tener para todo esto? Pensó, sintiendo un dolor punzante en el pecho y es que, ¡Eso ni siquiera tenía nombre!, ¡Por Dios, era el señor Mclaggen!, ¡El padre del imbécil que intentó propasarse con Lily! Se dijo apretando sus puños con fuerza, intentando tragarse la rabia que lo recorría. —¡Ella lo sabía! —Escupió entre dientes, no sabiendo que era más grande, si la decepción hacia su madre o su enojo, ¿Cómo es que pudo haber aceptado algo así? Se repetía una y otra vez, sintiendo asco de solo imaginarlos juntos, ¿Cómo lidiaría con toda esa mierda?, ¿Cómo podría ver mañana a su madre a la cara y fingir que no sabía nada? Pues en esos momentos deseaba gritarle y exigirle una explicación, escupirles en la cara a los dos por haber sido unos cobardes, ¡Unos traidores! Habían viajado al pasado intentando arreglar su presente, buscando borrarse de una vez por todas, pero tal parecía que incluso en otra época los errores de sus padres lo perseguían, ¿Que más tenía que hacer? Se había sacrificado tanto por sus hermanas que ya no le quedaba nada para dar, pensó sintiendo el nudo en su garganta crecer. Él estaba recibiendo todos los golpes con tal de que Lily y Jean estuvieran bien, mataría por sus hermanas de ser necesario, pensó al recordar el altercado que tuvo con Ambrose. Flash Back Un rubio corría desesperado hacia el estadio de quidditch lo más rápido que sus piernas le permitían, rogando porque el entrenamiento de Gryffindor aún no terminara. —¡JAMES! —Se escuchó a lo lejos cerca de los vestidores, logrando llamar la atención de unos cuantos que estaban ahí. —¡JAMES! —Y esta vez el equipo se detuvo en medio del aire, observando como Tyler cruzaba las gradas hasta llegar al campo. —¿Qué diablos le sucede a tu primo? —Soltó Scorpius, viendo como su hermana y Frank bajaban de las gradas para acercarse también. —Será mejor que baje. —Dijo serio descendiendo en su escoba, viendo como Tyler corría hasta llegar a él. —Debe ser algo importante para que interrumpas el entrenamiento, ¿Qué sucede? —Preguntó extrañado, viendo como el chico apoyaba sus manos en sus rodillas, tratando de tomar un poco de aire. —¡Se trata de Lily! —Lanzó en medio de su agitación; Scorpius y Rose se vieron preocupados. —¿Lily? —Inquirió serio. —¿Qué pasa con ella? —Insistió James de inmediato con preocupación. —¡Habla de una maldita vez, Tyler! —Escupió Scorpius. —¡McLaggen la acorraló en la torre del reloj con casi la mitad del colegio ahí! —Decía de forma atropellada; James gruñó y tomó con brusquedad a su primo de la camisa. —¡¿Qué demonios tiene que ver ese idiota en todo esto?! —Bramó iracundo. —Yo… no sé cómo decirlo… —Titubeó nervioso, no sabiendo de qué manera explicarle lo que estaba sucediendo. —¡Sólo dilo y ya! —Intervino Rose esta vez. —Él… te juro que no sé cómo las consiguió, pero… —Tragó asustado. —¡¿QUÉ?! —Le gritó James sacudiéndolo con fuerza. —¡Tiene fotos de tu hermana desnuda! —Soltó al fin con los ojos cerrados, casi jurando ver venir el puño de su primo a su rostro. Los cuatro chicos y parte del equipo de entrenamiento se quedaron en shock al escuchar eso; James sintió como la furia lo recorría y la sangre le hervía. —Se las ha mostrado a todo el colegio… —Añadió con pesar, sintiendo como el chico lo soltaba con brusquedad para enseguida dar media vuelta y montarse en su escoba, saliendo disparado fuera del estadio. —¡JAMES! —Exclamó Rose, pero ya era demasiado tarde. —¡Scorpius, tenemos que…! —Pero se vio interrumpida por la ráfaga de viento que desprendió la escoba de su hermano, saliendo detrás de su amigo. James cruzaba desesperado los terrenos de Hogwarts, buscando llegar lo más pronto posible a la torre del reloj, dispuesto a partirle la cara al imbécil de Mclaggen. No iba a permitir que los pisotearan otra vez, ni a él ni a su hermana, no importaba las consecuencias que esto le trajera, hoy terminaría todo, pensó rabioso al aproximarse a aquel patio, viendo como el lugar era arribado por una gran cantidad de estudiantes de todas las casas. Gruñó furioso al reconocer a Ambrose con sus secuaces rodear a su hermana al tiempo que reían burlescos, mientras que Lily intentaba mantener firme su varita con la que lo apuntaba. —¿Qué pasa linda?, ¿Se te olvidó como usarla?—Se mofó el rubio, soltando una risa con sus amigos. —¡No eres mas que una rata asquerosa! —Respondió Lily con voz temblorosa, intentando tragarse sus lágrimas y el coraje. —Tranquila preciosa, ¿Quién podría pensar con claridad al ver ese lindo trasero tuyo? —Agregó, señalando una fotografía donde se le veía a la adolescente de espaldas desnuda en el baño de prefectos. James tan pronto aterrizó, vio como todos los presentes que se encontraban a su paso se hacían a un lado, reconociendo la mirada sombría en esos ojos avellanas que caminaban con determinación hacia el joven Slytherin; el mayor de los Potter estaba furioso y desde luego que nadie se animaba a interponerse en su camino, pues sabían que el chico destruiría todo a su paso. Ambrose rio de nuevo con sus amigos, viendo a lo lejos como todos le hacían camino a James, el cual se dirigía con paso firme hacia él. —¡Miren quien ha llegado! —Anunció divertido al verlo; James apretó sus puños sin dejar de caminar, sin embargo, esto no intimidó al joven Mclaggen, quien rio con mas ganas al verlo acercarse. —¿Qué?, ¿Vienes a limpiar el nombre de la zorra de tu hermana? —Preguntó burlesco señalando a Lily, quien negaba asustada indicándole con la mirada a su hermano que no lo hiciera. —¿Te digo algo? Tiene unos pechos precio… ¡POM! Se escuchó tronar el puño de James sobre la quijada de Ambrose, consiguiendo tirarlo al suelo. El rubio de inmediato se incorporó, pasando su lengua por el interior de su labio inferior al sentir el sabor metálico de la sangre. —¡Hijo de per…! —Intentó decir, tratando de propinarle un golpe que James esquivó con facilidad, dándole un fuerte rodillazo en su estómago que obligó al chico a doblegarse; Ambrose se incorporó furioso, lanzándose hacia el chico. —¡MALDITO SANGRE SUCIA! —¡IMBECIL! —Ladró James y justo antes de que lanzara el golpe, él impactó su puño nuevamente en su rostro, siendo esto suficiente para que sus compañeros retrocedieran. —¡¿CREES QUE ES DIVERTIDO?! —Profirió colérico, tomándolo del cabello con brusquedad, estrellando su cabeza contra una de las estatuas de la fuente; un quejido surgió de Ambrose al sentir el impacto. —¡¿BURLARTE DE NOSOTROS?! —Bramó y otro puño se enterró en el rostro de McLaggen; un alarido brotó de sus labios al sentir su nariz rota, arrastrándose con dolor en el suelo, sintiendo como parte de su cara se humedecía a causa de la sangre que corría de sus fosas nasales. —¡IDIOTA HIJO DE PERRA! —Gritó, pateando con fuerza su abdomen; el rubio soltó un jadeo al tiempo que un hilo de sangre y saliva escurría de su boca. —¡TODOS ESTOS AÑOS TOLERANDOTE! —Le gritó rabioso con las venas de su rostro saltadas, tomando uno de los brazos del Slytherin. —¡James, no lo hagas! —Le suplicó Lily al ver lo que intentaba hacer; James apretó su mandíbula, viendo con asco al joven para al siguiente segundo, escuchar como el hueso de su brazo tronaba junto con el grito de dolor de Ambrose. Sus compañeros jadearon con asombro, James le había roto el brazo. —¡Miserable! —Dijo uno de los secuaces del chico, dispuesto a defender a su amigo al fin. —«¡Expelliarmus!» —Lanzó Scorpius, desarmándolo. —¡Ni siquiera lo intentes! —Arrojó, mirándolos con advertencia, sin embargo, nadie de los presentes le tomó importancia, pues todos estaban concentrados en la otra pelea. —¡IDIOTA! —Escupió pateando sus costados; sus compañeros hicieron una mueca de dolor al escuchar como tronaban las costillas de Ambrose; el chico McLaggen tosió agitado, temblando asustado con los ojos rojos y el rostro húmedo de sangre. James arrojó otra patada y esta vez no dudó en írsele encima. —¡Tienes que parar, James! —Exclamó la pelirroja, desesperada al ver como James no dejaba de golpear su rostro, invadido por la adrenalina y el coraje. —¡JAMES! —Insistió, tomándolo de uno de sus brazos tratando de apartarlo, pero él era más fuerte y bastó una simple sacudida para apartar a Rose. —¡NO… TE… ACERQUES… A MI… FAMILIA! —Decía entre cada golpe sin dar tregua, ignorando el ardor en sus nudillos manchados de sangre. Lily vio asustada como su hermano lanzaba golpes sin parar, uno tras otro sin intentar detenerse; sus compañeros en cambio, no podían reaccionar, estaban impactados viendo horrorizados aquella escena, contemplando a James ser dominado por sus emociones lanzando un golpe tras otro a Ambrose. El chico Potter prácticamente estaba matando a su compañero, pensaron al ya no ver reaccionar al rubio. —¡¿Qué es todo esto?! —Escucharon decir detrás de ellos, viendo como el profesor Longbottom se acercaba; los estudiantes se apartaron de inmediato, observando la cara de sorpresa de su maestro al ver la pelea, corriendo hacia ellos enseguida para separarlos. —¡DETENTE! —Profirió Neville, tratando de apartar a James del chico, quien yacía tirado sobre el suelo con gran parte del rostro cubierto de sangre. —¡BASTA! —Le decía tomándolo de los hombros, sintiendo como el joven luchaba por separarse. —¡VOY A MATARLO! —Gritó furioso, tratando de zafarse del agarre de su maestro, el cual fue ayudado enseguida por los amigos de James. —¡Llamen a Madame Poppy, rápido! —Demandó hacia los amigos de Ambrose, quienes asintieron con torpeza para salir corriendo a la enfermería. —¡SUELTENME! —Vociferaba James, quien esta vez era sostenido por Frank, Scorpius y Tyler. —¡Sáquenlo de aquí! —Ordenó Neville, viendo como el chico era arrastrado por sus amigos fuera del patio. Fin del Flash Back. Apretó sus puños con fuerza al recordar aquel día. De no haber intervenido el profesor Longbottom, Ambrose estaría muerto y él probablemente estaría en una celda en Azkaban o expulsado de Hogwarts, pensó al recordar cómo se tragó su coraje por sus hermanas, enfrentando las consecuencias. Flash Back —¡¿Qué rayos pasa contigo?! —Vociferó Neville enojado tan pronto ingresaron al aula. —¡Suéltenme! —Forcejó James, quien aún era sostenido por sus amigos. —¡James, tienes que tranquilizarte! —Le ordenó con seriedad su maestro, indicándole a su hijo y sus amigos que lo sentaran sobre uno de los pupitres; James gruñó, incorporándose con brusquedad otra vez. —¡¿Acaso no vio lo que hizo?! —Profirió indignado. —¡Acosó a Lily!, ¡Invadió la privacidad de mi hermana! —Ladró entre dientes con los puños cerrados. —¡¿Cómo se supone que debía reaccionar?! —Le preguntó enojado. —Fuera de aquí. —Les indicó y los jóvenes asintieron, saliendo del salón para dejarlo solo con el mayor de los Potter. —¡Entiendo tu molestia, James! —Le hizo saber el hombre. —¡Pero esa no es la manera de arreglar las cosas! —Le recordó serio; el chico hizo una mueca de odio y lo regresó a ver. —Se burló de ella frente a todo el colegio, ¡Debí matarlo cuando pude! —Respondió furioso, caminando ahora de un lado a otro por el lugar como león enjaulado. —¿Acaso te estás escuchando? —Le cuestionó sorprendido al oír la manera en que hablaba. —Dime una cosa, ¿Qué ganas con todo esto, eh? —Preguntó con los brazos en jarra, esperando su respuesta; el joven se detuvo, mirándolo con dureza. —Respeto. —Escupió. —Por mí y mi familia, ya que al parecer a todos en este maldito lugar les divierten nuestras tragedias. —Espetó, tragándose el nudo de su garganta. —James… —Dijo Neville con pesar, leyendo en los ojos avellana del chico el sufrimiento por el que había estado pasando esos últimos años. —Lo que pasó con tus padres… —¡Por supuesto! —Lanzó una risa sarcástica. —¿Cómo iba a faltar su opinión? Después de todo, lo que pasa con mi familia es de dominio público. —Declaró mordaz. —No lo entiendes… —Trató de decir, pero el golpe abrupto que hizo la profesora McGonagall al entrar lo obligó a callarse. —¡UNA PELEA! —Soltó la directora mientras se acercaba furiosa. —¡¿Quiere explicarme esto señor Potter?! —Pidió con severidad, viendo como el chico ni se inmutaba ante su presencia. —Le di su merecido a McLaggen. —Contestó con cinismo sin mostrarse arrepentido. —¿Su merecido? —Repitió Minerva con el rostro rojo. —¡Poppy tuvo que poner en coma a su compañero! —Lanzó enfadada, ignorando la cara de sorpresa de Neville. —¡Le rompió el brazo y tres costillas, además de las múltiples heridas en el rostro que terminaron por romperle la nariz! —Enumeraba molesta su profesora. —¡JAMÁS! —Enfatizó. —¡En todos mis años como maestra y directora de Hogwarts vi comportarse a un alumno de una manera tan… brutal e irracional! —Le hizo saber con severidad. —¡Debería sentirse avergonzado señor Potter! —James la regresó a ver de inmediato. —¿Por qué?, ¿Por defender a mi hermana? —Cuestionó mientras negaba. —¡Nunca! —Exclamó y McGonagall inspiró hondo airada. —En ese caso, me veo en la obligación de explicarle las consecuencias de sus actos… —Comenzó, viendo como James rodaba los ojos con fastidio, importándole una mierda en ese momento su castigo. —A partir de hoy queda expulsado del equipo de quidditch. —Anunció y el chico la regresó a ver de inmediato con sorpresa. —Espere, ¿Qué es lo que…? —A partir de hoy, lo que resta de su estadía en el colegio, los únicos lugares a los que podrá asistir, además de sus clases, son la sala común y el comedor, siendo supervisado en todo momento por uno de los prefectos. —¡Eso es injusto! —Protestó enojado. —No habrá más salidas a Hogsmeade y al estadio de quidditch bajo ninguna circunstancia. —Continuó con seriedad. —Sólo se le permitirá andar por el colegio y sus terrenos con normalidad los fines de semana, pero siempre acompañado por una autoridad. —Enfatizó y James gruñó furioso, ¿Por qué era él quien debía ser castigado? Pensó al recordar al imbécil de Ambrose. —No se le permitirá hacer ningún tipo de magia fuera de clases y al final de cada una, deberá entregar su varita al prefecto que esté a cargo. —¡¿Qué?! —Soltaron sorprendidos él y Neville. —En caso de desobedecer alguna de estas normas… —Hizo una pausa e inspiró hondo. —Me veré en la necesidad de expulsarlo de Hogwarts señor Potter. —Le informó con aquella expresión de severidad que se le caracterizaba. —Está siendo injusta. —Dijo con la mandíbula apretada, pero la maestra negó. —Le estoy haciendo un favor, Potter. —Le hizo saber. —Ahora por favor, entrégueme su varita. —Ordenó, extendiendo su mano; James la miró de forma ácida, mas no sacó su varita. —Entienda que es por su bien. —Le recordó. —Por mí, ¡Usted y sus reglas pueden irse al diablo! —Le escupió para enseguida dar media vuelta y perderse tras la puerta. Fin del Flash Back Aquel arrebato había llevado a que muchos de sus compañeros se molestaran con él, pues además de restarle una buena cantidad de puntos a su casa, también arrastró al equipo de quidditch. La profesora McGonagall había sido clara respecto a su posición como capitán, dándolo de baja de inmediato, sin siquiera permitirle ayudar al equipo a encontrar un nuevo capitán; sin embargo, aquel calvario no terminó ahí, ya que desde luego la directora llamaría a sus padres. Flash Back Un irritado James esperaba sentado en aquel despacho con los brazos cruzados, no pudiendo evitar hacer una mueca al saber que su padre vendría pronto, ¿Por qué diablos tenía que ser él? Pensó, deseando que su madre tomara su lugar. —¿Es necesario que yo este aquí? —Soltó de pronto malhumorado, ganándose una mirada severa de Minerva. —Sí, necesito que al menos uno de tus padres esté al tanto de su situación y de las medidas que he tomado. —Contestó seria, viendo como el chico bufaba molesto. —He llamado también a su hermana y vendrá en cuanto termine su clase. —Le informó, tomando asiento frente a él. —¿Por qué a Lily? —Preguntó con el ceño fruncido, ya que después de todo no fue ella quien se peleó. —Su padre solicitó verla. —James rodó los ojos. Por supuesto, luego de meses sin saber de él debía aprovechar esta oportunidad y verlos a ambos, ¿No? Así no tendría la obligación de hacer dos visitas. —Esto es ridículo. —Masculló enojado. —El idiota de McLaggen es quien debería de estar aquí, no yo. —Protestó, lanzándole una mirada molesta su directora. —Su compañero ya estuviera cumpliendo su castigo si usted no se hubiera comportado como un salvaje. —Le recordó con seriedad. —Debe aprender a controlar su temperamento señor Potter. Un día de estos podría matar a alguien. —Le advirtió, notando que el chico ni siquiera le tomaba importancia; por fortuna y para desgracia de James, el ruido de la chimenea indicó la llegada de su padre, consiguiendo que el joven se pusiera rígido. —Profesora McGonagall. —Saludó aquel hombre portando su uniforme de auror. —Me disculpo por la tardanza. —Agregó con seriedad, ignorando como su hijo mayor hacía una mueca de fastidio, ¿A quién quería engañar con eso? Se preguntó irritado, detestaba que frente a toda la comunidad mágica fingiera esa amabilidad, cuando con ellos en muchas ocasiones era desagradable y cruel. —Supongo que recibió mi carta y esta al tanto de algunos detalles, ¿Cierto? —Harry asintió, viendo serio a James por el rabillo del ojo. —Por supuesto. —Contestó, viendo esta vez a su hija ingresar a la oficina. —Sin embargo, quisiera por favor hablar un momento a solas con ellos antes de darle mi respuesta. —Solicitó con formalidad; Minerva aceptó desde luego, dirigiéndose a la salida. Tan pronto esta estuvo fuera, Harry sacó su varita silenciando el lugar, yendo enseguida encarar a James, tomándolo por la camisa con brusquedad, consiguiendo que el chico se incorporara del jalón. —¡ME QUIERES EXPLICAR, ¿QUÉ DEMONIOS PASA CONTIGO?! —Profirió furioso su padre, sacudiéndolo con rudeza. —¡No hay maldito día en que llegue a mi oficina y no me digan que te metiste en problemas! —Lanzó entre dientes, enojado. —¡Me importa una mierda lo que pase en tu oficina! —Respondió su hijo molesto, soltándose de su agarre con un empujón. —¡Además, ¿Qué se supone que hiciera?! —Agregó indignado al recordar lo que le habían hecho a su hermana. —¡Informar a tus superiores antes de armar un escándalo y querer ser el héroe! —Bramó su padre con seriedad. —¡James sólo intentaba defenderme papá! —Intervino Lily al ver que las cosas entre su progenitor y su hermano se estaban saliendo de control. —¿Y no te parece que estás bastante grandecita para defenderte tu sola? —Soltó mirándola con dureza. —Papá yo sólo… —Trató de decir sin que la voz se le quebrara, mirándolo dolida, ¿Por qué los trataba así? —En cuanto a ti… —Dijo regresando su mirada seria hacia James. —No eres mas que un estudiante fracasado que juega a ayudar a los demás. —Espetó su padre con disgusto, caminando por la oficina. —¿Fracasado? —Repitió sarcástico su hijo al tiempo que soltaba una risita. —Lo dice el que hasta ahora no ha podido dar con los asesinos de nuestros abuelos. —Escupió rencoroso; su padre lo regresó a ver de inmediato con seriedad. —Yo no les pedí que se quedaran. —Comentó mientras se acercaba, sabiendo el recordatorio que le daría a James. —De no haber sido por eso, tal vez estarían vivos. —Le murmuró serio, cuidando que Lily no escuchara. James apretó su mandíbula y bajó su rostro, sintiendo crecer en su pecho de nuevo aquel sentimiento de culpa que lo perseguía desde hace años. —¿Quieres respuestas? —Rio burlesco. —Te diría que te conviertas en auror, pero dado que ni siquiera puedes conjurar un simple patronus... —Agregó despectivo, viendo como James apretaba sus puños aún con la cabeza agachada, avergonzado. —Es claro que el puesto te queda muy grande. —Escupió, viéndolo de arriba abajo como si fuera poca cosa. —Así que sólo te lo diré una vez, —le advirtió con firmeza. —si te expulsan de Hogwarts por tus estupideces, yo no pienso hacerme responsable de lo que pase contigo después. —Decía mientras lo apuntaba con seriedad con su dedo índice, llevando a James a levantar el rostro y fruncir el ceño. —¿Y eso qué diferencia haría? —Soltó sarcástico. —Hace cinco años te olvidaste de nosotros, ¿Por qué iba a esperar ahora que hicieras algo por mí? —Le cuestionó con frialdad; Harry gruñó enfadado. —¡No me vengas ahora con tus discursos de niño resentido, James! —Lily se mordió los labios angustiada, rogando porque su padre se fuera pronto, no soportando ser testigo de aquella discusión. —¿Quieres hacerte un favor?, ¡Desaparece con tu estúpida familia y ahórranos toda esta basura! —Gritó rabioso el chico. —¡Como si con eso dejaras de hacer idioteces! —Ladró su padre con acidez. —¿Quién esperas que dé la cara por ti? —Soltó mordaz. —Tu madre no es más que una inútil que prefiere el trabajo antes que a ustedes. —Dijo con crueldad, despertando la ira en su hijo mayor; Lily de inmediato se interpuso entre James. —¡NO TE ATREVAS A HABLAR MAL DE MAMÁ! —Profirió furioso, deseando clavar su puño en el rostro de su padre. —¡PORQUE GRACIAS A ELLA ES QUE TÚ ESTÁS VIVO! —Le recordó con la ira marcada en su rostro. —¡James! —Suplicó Lily, lastimada ante las palabras del auror. —Por favor… —Susurró con voz quebrada, consiguiendo que su hermano la regresara a ver, leyendo el dolor en sus ojos verdes. —¡No eres más que un insolente hijo de…! —¡BASTA! —Exclamó al fin su hija, cansada de los insultos que su padre y su hermano se lanzaban. —¡No metan a mamá en esto! —Pidió enfadada, viendo enseguida como la mirada molesta de su padre ahora iba dirigida a ella. —Limítate a quedarte callada. —Le ordenó Harry con dureza. —Si hubieras usado tu inteligencia en ser más cuidadosa tu hermano no habría armado todo este escándalo. —Declaró, mirándola con frialdad y Lily lo miró incrédula. —¿La estás culpando? —Soltó indignado James, no creyendo lo que acababa de escuchar. —Por supuesto. —Afirmó con disgusto. —La próxima vez asegúrate de que nadie sepa tu contraseña. —Espetó y Lily soltó una risa amarga al tiempo que una gruesa lágrima bajaba por su mejilla, decepcionada ante lo que su padre le acababa de decir, sin embargo, James no estaba dispuesto a quedarse callado. —¡La acosaron! —Recalcó entre dientes — ¿Y te atreves a culparla?, ¡¿Qué mierda tienes en la cabeza papá?! —Exclamó rabioso, pero esta vez su padre no iba a permitir que llegara más lejos con sus ofensas. —Te lo advierto, un insulto más y… —¿Y qué?, ¿Vas a castigarme? —Se mofó. —Ya es suficiente castigo con ser el hijo de un auror corrupto. —Lanzó con desprecio. —¡ES SUFICIENTE! —Exclamó su padre, apartando a su hija de entre medio de los dos con poca delicadeza. —¡Estoy harto de tu insolencia, James! —Gritaba enfadado. —¡De que no sepas comportarte una maldita vez en tu vida! —Continúo airado para después tomarlo con brusquedad de su camisa. —Ya es hora de que aprendas a ser un hombre y asumas las consecuencias de tus actos. —Masculló entre dientes sin quitarle su mirada furiosa de encima. —¿Y tú cuando asumirás las tuyas papá? —Le devolvió su hijo con frialdad, sin inmutarse. —Nos abandonaste. —Le recordó con odio. —Y acá están los resultados. —Le escupió, estirando sus brazos con orgullo hacia los lados, dándole a entender que todos esos problemas que el chico tenía eran gracias él; Harry hizo una mueca de disgusto antes de soltarlo de mala gana. —Dame tu varita. —Demandó con seriedad y James, sin mostrar una pizca de remordimiento se la entregó, manteniendo aún su mirada retadora en los ojos de su padre. —A partir de hoy quedan cancelados tus permisos para visitar a Jean. —Declaró con frialdad, viendo como James lo miraba estupefacto. —¡¿Qué?, no puedes…! —¡Las visitas fuera de Hogwarts se cancelan! —Enfatizó. —A ver si con eso aprendes a mantener la boca cerrada. —¡Papá por favor! —Intervino alterada Lily de inmediato. —No creo que esto sea la solución para… —Si quieres hacerle un favor, ¡No te metas! —Espetó Harry. —O de lo contrario les negaré el permiso a ambos. —Agregó dirigiendo su mirada molesta hacia ella, obligándola a bajar el rostro y cerrar la boca, tragándose su coraje. —¡Eso es injusto! —Soltó enfadado James. —¡Jean sólo nos tiene a nosotros! —Dijo rabioso, impotente ante las decisiones de su padre. Y antes de que su progenitor dijera algo más, se vieron interrumpidos por la profesora McGonagall. —Siento intervenir así, Potter. —Se disculpó Minerva, viendo como Harry se regresaba a verla fingiendo una sonrisa de tranquilidad. —No se preocupe profesora… ya habíamos terminado. —Contestó, lanzándole una mirada de advertencia a James y Lily. —Respecto a su castigo, me parece perfecto. —Reconoció. —No le vendría mal restringirle la magia a mi hijo… —Añadió, tomando la varita de James por la mitad para enseguida partirla en dos partes. —Como un escarmiento. —Apuntó, lanzando los restos de madera a los pies del chico; James y Lily miraron atónitos la varita rota sin poder creer lo que su padre acababa de hacer. —¡Potter, ¿Qué cree que está haciendo?! —Soltó alarmada la profesora al ver lo que hizo con la única fuente de magia de su alumno. —Darle una lección a James. —Respondió con frialdad sin dirigirle la mirada a la directora. —¡Pero no tenía por qué romper su varita! —Manifestó escandalizada. —¿Sabe usted lo que…? —¡No me diga como educar a mis hijos! —Rugió, consiguiendo callar a la profesora; James se arrodilló y tomó aquellas dos piezas rotas con manos temblorosas para después cerrar sus puños sobre ellas, intentando contener sus lágrimas a causa de la rabia que lo recorría, ignorando como su padre se inclinaba un poco hacia él. —Ya es hora de que aprendas cuál es tu lugar, James… —Susurró, viendo como su hijo levantaba su mirada furiosa y la posaba sobre él. —Este. —Terminó y el chico apretó sus dientes con impotencia. —¿Quién diablos eres? —Escupió sin poder evitar que una lágrima se le escapara, observando como su progenitor sonreía con soberbia para después dirigirse a la chimenea y desaparecer. Fin del Flash Back Un nudo se formó en su garganta al recordar aquel día, ¿Cómo no sentir odio hacia su padre después de todo lo que les hizo? Se preguntó mientras tomaba su mochila y extraía de ella dos piezas de madera que alguna vez fueron su primera varita. Apretó sus labios con fuerza, tratando de reprimirse al tiempo que observaba los restos de madera. Su padre lo había humillado aquel día de la manera más cruel, pues no sólo tuvo que enfrentarse a la vergüenza de saber que la profesora McGonagall había presenciado eso, sino a los rumores de todo el colegio en donde afirmaban que el padre de Ambrose había tomado cartas en el asunto, obligándolo a renunciar a su varita durante algún tiempo. Por fortuna, Lily recordó el baúl que se encontraba en su casa, aquel donde su padre guardaba todas las viejas pertenecias de sus abuelos, misma a la que no le tomó importancia el día que los abandonó, permitiéndole así dar con la varita de su abuelo James. Una risa amarga escapó de él, pues irónicamente en esa época su padre también optó por quitársela, ¿Qué castigo estarían pagando él y sus hermanas para tener que vivir esa basura de vida?, ¿Es que acaso un par de niños merecían todo eso? No pudo evitar cuestionarse con pesar. Parecía como si la vida se hubiera empeñado en arrebatarles todo lo que tuviera que ver con amor, primero sus abuelos, luego sus padres y... —Lucy. —Murmuró con la barbilla temblorosa, tomando una pequeña fotografía que se encontraba cerca. Y el recuerdo doloroso de aquel día lo golpeó… Flash Back James observaba a lo lejos desde unos arbustos como aquella familia de pelirrojos convivía armoniosamente dentro de la madriguera aquella tarde de diciembre. Las risas podían escucharse hasta afuera, no pudiendo evitar sentir nostalgia al recordar las tardes que pasaba con sus abuelos y sus padres. —Puedes irte, Dobby. Yo te llamaré cuando decida irme. —Le indicó con suavidad James, ignorando como el elfo desaparecía, viendo a través de la ventana que una rubia volteaba hacia él, sonriéndole enseguida para salir a su encuentro. James automáticamente le devolvió la sonrisa, sintiendo como su corazón se agitaba, comprendiendo que iba a ser más difícil de lo que él imaginó. Pasó saliva con nerviosismo, buscando mantenerse sereno con la chica, quería que entendiera sus razones. —¡No sabía que vendrías! —Le dijo emocionada al llegar junto a él, no dudando en abrazarlo para después plantarle un suave beso en los labios que James supuso que sería el último, deseando que durara más. —Lamento no haberte avisado. —Se disculpó, rodeándola por la cintura e intentando que su expresión afligida no lo delatara. —No importa. —Le restó importancia sin dejar de sonreír. —¿Por qué no vienes adentro? Mamá y papá estarán felices de verte. —Le invitó, tomando su mano para guiarlo a la madriguera. —¿Qué tal si damos un paseo primero? —Sugirió mirando de reojo a la familia Weasley pasarla bien entre anécdotas. —Me gustaría estar un momento a solas contigo. —Le hizo saber, regalándole una sonrisa cariñosa al tiempo que entrelazaba una de sus manos con ella; Lucy asintió no pudiendo evitar suspirar complacida de tenerlo ahí, luego de meses de no verlo. Caminaron con tranquilidad sin problema entre aquellos campos de nieve mientras el mayor de los Potter escuchaba a su novia contarle lo que había sucedido esos últimos meses en Ilvermorny. —¡Estoy emocionada porque vengas con nosotros! —Decía sin poder ocultar su entusiasmo, ensanchando su sonrisa mientras lo veía con aquellos preciosos ojos azules que brillaban con gran ilusión cada que se veían. Su transparencia, su inteligencia y aquel corazón noble lograron que la hija menor de Ron y Luna conquistaran a James desde muy pequeño, pues ciertamente, ya ni siquiera recordaba desde cuando estaba enamorado de ella. —Papá tiene un par de amigos en Virginia y les ha hablado mucho de ti. —Le comentó mientras caminaban de regreso a la madriguera; James borró su sonrisa sabiendo que este era el momento. —Están emocionados de tenerte con ellos trabajando en el hospital. —Agregó sonriendo, deteniéndose a unos cuantos metros de la casa de sus abuelos. —Sobre eso… —Dijo inseguro llevándose una mano a su nuca, queriendo desaparecer aquella tensión. —Hay algo que necesito decirte. —Murmuró como no queriendo. —¿Qué sucede? —Quiso saber al leer la angustia grabada en sus ojos avellana, llevándola a borrar su sonrisa; James bajó el rostro, no teniendo el valor para verla a la cara, no podía soportar saber que le rompería el corazón. —No iré a Estados Unidos… —Apretó su mandíbula y levantó su mirada hacia ella, viéndola a los ojos. —Me quedaré en Inglaterra. —Declaró con firmeza; la rubia no pudo evitar mirarlo con sorpresa y desilusión al mismo tiempo. —Parece que ya tomaste una decisión. —Logró decir con la garganta apretada. —¿Al menos puedo saber qué te hizo cambiar de opinión? —James tragó saliva, metiendo sus manos a los bolsillos de su chaqueta para ocultar su temblor. —No pienso ser sanador. —Expuso con seriedad, viendo como la chica lo miraba con el ceño fruncido, incrédula ante lo que acababa de decir. —Cuando me gradúe habrá una nueva vacante para el profesor de pociones en Hogwarts y pienso tomarla. —Agregó al ver la confusión de la rubia. —Espera, ¿De qué rayos estás hablando? —Lo detuvo, negando ante lo absurdo de aquello. —¿Profesor de pociones?, ¿De verdad? —Repitió sin creer una sola palabra de lo que dijo. —Quiero decir, eres excelente en pociones, de eso no me cabe la menor duda, pero tu sueño siempre ha sido ser un sanador como tu madre. —Le recordó seria. —No entiendo por qué el cambio ahora. —Lily y Jean, ellas no… —Oh, James… —Dijo con lamento al comprender. —La única manera de estar cerca de ellas y saber que nada les pasará es estando en Hogwarts como profesor. —Trató de hacerle ver; Lucy inspiró hondo y con gesto preocupado se acercó y tomó su rostro. —Admiró la fortaleza con la que has enfrentado toda esta situación. —Expresó en tono suave sin apartar sus ojos de él. —La manera en que te has hecho cargo de tus hermanas durante los últimos cinco años. —El adolescente apretó su mandíbula con fuerza, tragándose el nudo de su garganta. —Soy lo único que tienen, no puedo abandonarlas… —Musitó, sintiendo que su voz lo traicionaba. —Lo sé, pero ¿Quién te protegerá a ti, James? —Susurró. —¿Qué hay de lo que tu quieres? —Lo que yo quiera dejó de importar hace mucho tiempo. —Afirmó con dureza, tratando de tragarse el llanto. —Si es así, ¿Qué pasará con nosotros entonces? —James inspiró hondo, intentando tomar valor para lo que iba a decirle. —Es por eso que he venido. —Dijo con seriedad. —No quiero que te sientas comprometida a esperarme, sé que tienes amigos y una vida en Estados Unidos… —Lucy retrocedió unos pasos con la confusión grabada en su rostro pálido al tiempo que la tristeza se instalaba en sus ojos azules, desapareciendo aquel brillo de ilusión que hacía unos momentos tenía. —¿Es-estás… terminando conmigo? —Logró decir dolida para rápidamente sentir como una lágrima bajaba por su mejilla fría; James hubiera preferido cortarse las manos antes de ver como el corazón de la persona que amaba se hacía pedazos frente a él. —Mereces más que una simple relación a distancia… —Respondió en un susurro. —Alguien que te ofrezca largas pláticas por la tarde sentados en el pasto, que ponga tus necesidades por encima de las suyas y aún así se sienta completo. —¡No, lo que necesito es a alguien que me ame como tú lo haces! —Insistió con la voz desgarrada. —Lucy… —Suplicó angustiado. —¿Por qué eres tan duro contigo? —Soltó dolida, viendo como el chico se iba rompiendo poco a poco con cada sacrificio que hacía, sabiendo que llegaría a un punto en el que no le quedaría nada. —¿Por qué crees que no mereces ser feliz? —No se trata de eso… —¡Claro que se trata de eso! —Exclamó, esforzándose por no largarse a llorar. —Todos estos años te has culpado de la muerte de tus abuelos y por eso te castigas. —Lanzó, desesperada porque el chico entrara en razón. —No lo entiendes, nada de esto estuviera pasando si yo… —¡Sólo tenías 11 años! —Arrojó alzando un poco la voz, pero James de nuevo negó. —No volveré a discutir esto contigo. —Dijo dando por terminada aquella charla al ver como Rose se acercaba a ellos, quien pudo percatarse que estaban en medio de una discusión. —Yo… —Habló esta vez la pelirroja, incómoda al saber que interrumpía algo importante. —El tío Ron está preguntando por ti. —Le informó, viendo como su prima limpiaba las lágrimas de su rostro con brusquedad. —Dile a papá que iré en un momento. —Respondió para después sorberse la nariz sin quitarle la mirada de encima al chico. —No, descuida… —Intervino James. —Ya hemos terminado de hablar. —Le hizo saber a la pecosa. —¿Eso es todo? —Preguntó Lucy con un nudo en la garganta. —¿Es que acaso mi opinión no importa en esta decisión? —Espetó. —Lo siento. —Susurró con lamento y esta vez la rubia no insistió, solo negó con desilusión, dando media vuelta hacia la madriguera al tiempo que tallaba sus mejillas con la manga de su sweater. Rose observó como su prima se alejaba entre la nieve para después regresar su mirada preocupada a James, quien miraba con el corazón roto como una parte de él se iba. —¿Qué sucedió? —Se atrevió a preguntar. —Se terminó. —Murmuró, no pudiendo evitar que una lágrima se le escapara. Fin del Flash Back Tocó con suavidad aquella parte de la fotografía donde se encontraba ella y una sonrisa triste se formó en sus labios. Lucy fue una de las pocas personas que trajo de nuevo a su vida aquel brillo que creyó perdido, capaz de hacerlo sentir en paz consigo mismo con sólo verla a los ojos. Había encontrado en la rubia un refugio a todos sus problemas, una amistad sólida, un amor y lealtad incondicional; aquella Weasley le había enseñado a amar de una forma completamente diferente, haciéndolo sentir más vivo que nunca. Su barbilla tembló y barrió con brusquedad una lágrima de su mejilla, sintiendo un dolor en el pecho de sólo recordar aquel día, sabiendo en el fondo que había tomado la mejor decisión para ambos. Lucy lo merecía todo y él estaba incompleto, ¿Qué podría ofrecerle una persona así? Se preguntó con dolor. Nada. Su relación estaba destinada a no tener ningún futuro por mucho que el deseara lo contrario, no iba a orillarla a tener que cargar con una responsabilidad que no era suya, pensó al tiempo que tragaba con dificultad, dejándose caer pesadamente sobre la cama; irónicamente, jamás pensó que en los últimos seis meses él ya no formaría parte de aquel presente y mucho menos del futuro. Sonrió de nuevo con nostalgia al saber que, después de todo, ella podría llevar una vida tranquila en Inglaterra como siempre lo quiso, solo que esta vez él no existiría. Cerró los ojos e inspiró hondo, dejándose llevar por los pocos, pero maravillosos momentos que pasó con ella, permitiendo esta vez que el sueño lo venciera.
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