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Capítulo 12: Desafío III Sábado por la mañana. Oficina corporativa. InuYasha observó cuando Jaken salió del despacho de Sesshomaru, llevando consigo el maletín con el equipo dañado. Probablemente se dirigía al departamento de Sistemas. Se mantuvo oculto en una de las otras oficinas, hasta que ya no detectó la presencia del sirviente. Momentos después, entró de nuevo a la oficina de su medio hermano y comenzó a husmear en los cajones del escritorio. No había podido encontrar lo que buscaba revisando el área de trabajo de la secretaria, así que probablemente ahí si lo hallaría. —Lo encontré— dijo en voz baja. —Esto es lo único que necesito. — Reacomodó todo en su lugar y después salió, cerrando la puerta detrás de él. Abandonó el inmueble y se dirigió al edificio B, al otro lado de la calle, mientras maquinaba en su mente lo que haría para arreglar éste alboroto y evitar que Sesshomaru hiciese una estupidez. Porque realmente era una idiotez. Poner en juego su posición como Lord por una hembra y matar a otro Inugami, más por capricho que por enemistad, era algo totalmente irracional. Intervenir era arriesgado. Su medio hermano podía ser demasiado obsesivo cuando se proponía algo y la amenaza de quitarle el sello de ocultamiento, era algo que no debía tomar a la ligera. Pero su conciencia no lo dejaría tranquilo si no hacía algo por la mujer. Probablemente debería pedirle un consejo a su esposa, pues ella tampoco estaría de acuerdo con lo que había hecho Sesshomaru. Sin embargo, lo mejor era no decir nada a nadie por el momento.:*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*:
Sábado, medio día. Tierras del Sur, hogar de los Inugamis rojos. Kurenaichi se quedó mirando fijamente la pantalla de su celular cuando finalizó la llamada. Después de que su hermano menor le pidiera apoyo, no le quedó más remedio que tratar de contactar con el demonio correcto para formalizar el desafío. Lo cual no era tan fácil, porque no todos los youkais usaban tecnología humana, así que le había tomado toda la mañana localizarlo. Esto era un verdadero problema. Mantener oculta una situación como ésta, una pelea entre un beta y un alfa, no era para nada sencillo. Así que era necesario avisarle sólo a una criatura en específico por mero protocolo. Todavía no entendía por qué Akayoru le pidió discreción con esto, no quedándole más remedio que apoyarlo. En ese momento, el susodicho entró a la oficina. —¿Y bien?, ¿Pudiste localizarlo? — preguntó, acercándose al escritorio. El pelirrojo mayor asintió. —Realmente no te comprendo hermanito, ¿Por qué no deseas que se haga público lo del desafío?, ¿Sabes lo difícil que es localizar al ministro de cinco colas? — —Sé que es una tontería, pero en verdad prefiero que se mantenga así— contestó Akayoru. Kurenaichi se levantó de su asiento. —Bien, tus razones tendrás— suspiró, alzándose de hombros. —Ya puse en aviso al ministro y le expliqué tu situación, así que nos verá en el aeropuerto, y en verdad espero que estés listo para esta pelea, ya sabes que nadie podrá intervenir y me preocupa tu seguridad— expresó con inquietud. El demonio menor sonrió, colocando la mano sobre su hombro. —Tranquilo, ya tengo una estrategia para confrontarlo— en ese momento, su dispositivo móvil comenzó a sonar. —Y aquí llega el apoyo extra— dijo, aceptando la llamada. —Ya tengo la información, ahora necesito que me expliques de nuevo lo que tienes en mente— dijo alguien en voz baja, al otro lado de la línea. Akayoru activó el altavoz del celular. —Mi hermano también te escucha, él se encargará de llevar a cabo el protocolo InuYoukai para formalizar el desafío. — —Entendido, voy a necesitar que me facilite su número de celular para hacer mi parte— confirmó el interlocutor de la llamada. —No hay problema, ahora quiero que ambos escuchen con atención… — el Inugami menor comenzó a explicar el plan que tenía en mente. … Tres horas después. Aeropuerto de la ciudad. Un hombre de apariencia madura, vestido de traje y con una gabardina oscura, se acercó a los hermanos en la zona de espera para el abordaje. Se trataba del ministro de cinco colas, un viejo Kitsune con alta jerarquía en los territorios del Oeste. También usaba un camuflaje para pasar desapercibido entre los humanos. —Buenas tardes, Kurenaichi, Akayoru— saludó con una leve inclinación de cabeza. —Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. — Ambos respondieron con la misma cortesía. —Ministro Gobi, es un gusto saludarlo— dijo el hermano mayor. —Tiene razón, la última vez, fue cuando heredé el liderato de la casa Roja y usted estuvo presente en la ceremonia. — El hombre asintió con gesto sereno. —La casa de los Inugamis rojos siempre ha sido muy pacífica, manteniéndose en su territorio y tolerándose con el Oeste, así que… — volteó hacia Akayoru. —Muchacho, ¿En qué estabas pensando cuando decidiste desafiar a Lord Sesshomaru? — El gesto del aludido cambió de tranquilo a serio. —Se trata de una hembra humana compatible conmigo. Ese maldito de Sesshomaru la ha secuestrado en contra de su voluntad, y como sé que no la liberará por las buenas, decidí reclamar su título de nobleza— explicó. El youkai zorro lo miró con sorpresa al principio y después con seriedad. —Muchacho, es una locura lo que vas a hacer, él podría matarte si se trata de conservar su título como señor del Oeste. Aunque no termino de entender por qué tiene a esa humana encerrada. — —¡Porque también es compatible con él! — gruñó levemente Akayoru. —Pero la mujer no lo acepta, ni lo reconoce como posible compañero. — El ministro alzó las cejas, sorprendido. —Esto es un problema. — El pelirrojo negó con rapidez. —No, éste conflicto no es por una hembra, usted ha sido llamado para dar fe del duelo entre un Inugami beta y un Inugami alfa, y así debe mantenerse, con discreción— aclaró de nuevo. Kurenaichi rodó los ojos y se alzó de hombros. —Mi hermano se niega a que esta situación se haga pública, al menos hasta que finalice la pelea. — El Kitsune exhaló despacio y asintió. —Entiendo, sería todo un escándalo, en especial para el Lord. Bien, entonces se manejará con reserva. — Los hermanos confirmaron al mismo tiempo. Entonces, se oyó un llamado en el altavoz para iniciar el abordaje, así que los tres se encaminaron al avión.:*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*:
Sábado, medio día. Zona residencial al norte de la ciudad. El señor del Oeste permanecía en su estudio. Estaba sentado en su elegante silla, vestido sólo con un albornoz oscuro. Bebía de una copa de vino, manteniéndose relajado y pensativo después de lo ocurrido con la mujer. No podía negar que yacer con ella era demasiado satisfactorio. El problema era lo que debía arriesgar por ese placer. La noticia del desafío lo hizo rechinar los dientes. Jamás se imaginó que el Inugami pelirrojo se atrevería a tanto. Aunque tal vez debió sospecharlo cuando se interpuso entre él y la humana en su oficina aquella vez. El macho no dudó ni por un segundo en atacarlo, a pesar de saber quién era. Y eso sólo podía significar que la mujer también era compatible con él. Ella no le dijo si el otro demonio le informó de dicha posibilidad, pero ahora no le quedaba duda alguna. El beta la deseaba también, y era obvio que la única posibilidad de recuperarla, era confrontándolo directamente. Sesshomaru aún no podía creer que Akayoru realmente tuviese el valor para hacer semejante estupidez. O quizás lo estaba subestimando. Ahora que ya estaba enterado de que descendía de un linaje noble, tenía que reconocer la posibilidad de que quizás lograse plantarle cara en el duelo. Los Inugamis rojos eran tan comunes como los plateados. Pero estos se mantenían a raya en sus propios asuntos, indiferentes hacia otros demonios. Pero muy observadores y curiosos con los humanos. Se podría decir que eran lo contrario a los InuYoukai blancos. Incluso escuchó sobre Kurenaichi siglos atrás, cuando éste heredó el liderato de la casa Roja. Se decía que sabía hacer negocios muy bien, de todo tipo y con cualquiera, fuese humano o demonio. No en vano sus antepasados aprovecharon perfectamente sus tratos con los humanos. Beneficiándose con sus avances tecnológicos, mucho antes de que otros youkais consideraran siquiera la idea de convivir con tan débil especie. Y precisamente, él sería quien respaldase el desafío de su hermano Akayoru. Era obvio que no dejaría a su familiar sin apoyo, y eso implicaba que daría aviso a los demás feudales del territorio. Un desafío al señor del Oeste no era algo que pudiese pasar desapercibido. Por lo tanto, un ministro deberá estar presente para dar certeza del combate. Esto lo hizo rechinar los dientes de nuevo. No deseaba que éste asunto se hiciera público en lo que respectaba al Oeste. No tenía ganas de dar explicaciones acerca de la hembra humana, ni justificar su drástica decisión de aceptar el combate contra el beta. Bien podría negarse a hablar al respecto, porque no le entregaba cuentas a nadie. Pero, de cualquier forma, todo esto saldrá a la luz en algún momento. A veces, ser un Lord cardinal, traía consigo muchos dolores de cabeza. —Debemos reclamarla— susurró la bestia dentro de él. —Si el otro macho llegase a tener un mínimo de suerte, no quiero arriesgarnos a perder a la hembra. — —¡Cállate! — gruñó Sesshomaru. —¡No perderé, el Inugami rojo no tiene mi nivel! — —Eso espero, aunque, por si las dudas, quiero libertad psíquica para hablar con él. — El Lord frunció el entrecejo con molestia. —Será un combate cuerpo a cuerpo, no necesito que intervengas. — La bestia blanca sonrió burlona. —Claro que vencerás, pero yo deseo divertirme también y hacerlo sufrir un poco. — El demonio plateado bebió un poco más de vino antes de responder. —Ya veremos, primero necesito saber las condiciones del duelo. — En ese momento, se escuchó el timbre del ascensor. Se levantó de su asiento y salió de la oficina. Los youkais que le servían, entraron cargando varias bolsas y paquetes. Estas dos criaturas sólo podían acceder al departamento cuando Sesshomaru se encontraba presente, de lo contrario, la barrera les impediría el paso. —Mi señor, hemos traído todo lo indicado de la lista, excepto lo tachado— dijo la hembra, disfrazada como una mucama común. —Dejen todo en la sala y ocúpense de preparar los alimentos y hacer la limpieza. Cuando terminen, se retiran y no quiero verlos hasta la próxima semana— ordenó, para luego encerrarse de nuevo en el despacho. Ambos youkais se miraron entre sí, y después de alzarse de hombros, procedieron a hacer sus actividades sin decir nada al respecto. Ellos entendían perfectamente las intenciones de su amo. Les quedó en claro desde que lo vieron llegar con la mujer inconsciente el jueves pasado. De cualquier modo, ellos sólo veían, escuchaban y callaban. No tenían ninguna intención de perder su cómodo estatus sirviendo al Lord del Oeste por opinar sobre algo que no les concernía. … Sesshomaru regresó a su cómodo lugar y se puso a revisar algunos papeles. Aún continuaba molesto con InuYasha y Jaken, así que no llamaría a ninguno de ellos para ver los pendientes por el momento. No tenía computadora para trabajar, pero tampoco la necesitaba demasiado, así que se concentró en la lectura de los documentos y en el registro de notas en una agenda. Más tarde olfateó la comida recién preparada, por lo que ordenó que le llevasen las viandas a la oficina. … Pasaban de las 4 de la tarde cuando terminó sus actividades, así que optó por descansar un poco y reponer su energía sobrenatural. Mantener la barrera no era tan sencillo. A pesar de haber conseguido los sellos bloqueadores, que resultaron ser un apoyo extra para estabilizarla, era necesario revisar y asegurar el perímetro cada cierto tiempo. Esto le restaba poder al Inugami, aunado al hecho de tener que usar su camuflaje cuando salía fuera del departamento. Sin embargo, estaba dispuesto a mantener a la humana fuera del alcance del macho pelirrojo, así fuese necesario sacrificar parte de su fuerza. Se apoyó en el respaldo de la silla, dejándose llevar por el sopor del sueño. … 4:30 pm. Diana abrió los ojos despacio, tratando de reacomodarse en la cama, pero la pesadez de su cuerpo se lo impidió. Soltó un suspiro cansado y de nuevo intentó incorporarse con un poco más de esfuerzo. —Maldición, esto es un problema, no podré soportar el cansancio constante— reflexionó, sentándose despacio. Observó la luz vespertina por las grandes ventanas y luego volteó hacia un reloj de pared. —Unas cuantas horas solamente— bostezó con modorra, estirándose un poco. —Quiero seguir durmiendo, pero tengo hambre. — Retiró la sábana que la cubría y con lentitud bajó del lecho. Entonces notó la frescura de su cuerpo y su cabello, recordando de inmediato las atenciones del demonio plateado. —¿Por qué lo haría? — se preguntó, mientras revisaba el lateral de sus caderas. Los rasguños ya estaban curados, ya no tendría que soportar el ardor en ellos, ni en la pequeña laceración de su hombro izquierdo. Pero esto le preocupaba bastante, ya que, lamer las heridas con saliva curativa, no sería suficiente si el demonio tenía las mismas intenciones que la vez anterior. Entonces, requeriría beber de su sangre nuevamente. Se estremeció de repente, pues no quería volver a probar aquella sustancia, ni sentir las consecuencias recorriendo su cuerpo. Inhaló y exhaló, intentando calmarse. —Tranquilízate Diana, él no está pasando por el estro Inugami, así que no necesitas su sangre… pero tampoco hay aquí una vieja curandera que te ayude con sus menjurjes para el cansancio corporal— suspiró. Se encaminó al gran vestidor y momentos después, ya husmeaba en todos los cajones, buscando algo para cubrirse. —Rayos, si no hubiera desgarrado mis prendas— masculló, mientras hacía una mueca de incomodidad al notar cierta humedad deslizándose por sus muslos. —Esto es… demasiado lascivo. — No le quedó más remedio que ignorar dicha situación y seguir buscando. Recorrió un par de estantes más, hasta que encontró una nueva bata de satín blanco. Se vistió con ella y se encaminó a la salida de la habitación. Bajó las escaleras en silencio, buscando al Lord con la mirada. Inmediatamente supo que estaba en su despacho, así que pasó de largo hasta llegar al comedor. A esas horas ya no estaban los sirvientes, pero el olor de la comida aún persistía en el ambiente. Después de revisar los alimentos, escogió unas porciones y se dispuso a comer. —Tengo que buscar la manera de eludirlo— caviló, mientras probaba bocado. —Sé que no me dejará salir de aquí y no creo que tenga planeado llevarme a un sitio pronto, así que, ¿Qué debería hacer? — Observó su entorno, buscando algo que le diera una idea. Pero no se le venía nada a la cabeza. … Poco después terminó de comer y se dirigió a la sala. Cuando pasó cerca del despacho, notó el sutil cosquilleo de su cicatriz, indicándole que el demonio dormía en ese momento. Al aproximarse a los sillones, levantó una ceja, sorprendida cuando vio las bolsas y cajas, dejadas aquí y allá. —Me imagino que se trata de mi lista de compras— murmuró, acercándose a revisar. Todo estaba ahí, excepto lo que Sesshomaru no quiso concederle. Aunado a esto, también había ropa acorde al estilo de vestimenta común de una mujer de su edad. Entonces hizo un gesto de extrañeza, las tallas de todas las prendas eran las correctas. —¿Cómo supo mi talla? — se cuestionó por un segundo. —No sé para qué pregunto, es obvio que mi ropa desapareció por un motivo— sacó sus propias conclusiones. Continuó husmeando un poco más, hasta que llegó a una bolsa con revistas y libros. —Vaya, menos mal— sonrió un poco, sosteniendo un ejemplar. —Al menos no me voy a aburrir tanto. — Se sentó en uno de los sofás libres y se puso a ojear la revista.:*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*:
Zona céntrica de la ciudad. 6:00 pm. Akayoru llevó a su hermano y al ministro Gobi a su departamento. Era momento de afinar los detalles para formalizar el desafío. —Y esas son mis condiciones— indicó Akayoru. —Muchacho, ¿Estás seguro de lo que estás pidiendo? — interrogó el Kitsune, tomando nota en una pequeña libreta. —Lord Sesshomaru está obligado a aceptar el duelo y tus términos, dado que eres el retador, pero, ¿No estarías en desventaja con lo que pides? — —Sí, estaré en desventaja… y él también— confirmó con seguridad. Kurenaichi y Gobi cruzaron miradas sin ocultar su desconcierto. No eran imposibles las peticiones, pero sí extrañas. El ministro hizo sus anotaciones y se mantuvo en silencio. —Espero no te equivoques, hermano— dijo Kurenaichi, mirándolo con preocupación. El demonio menor sonrió despreocupado, mientras buscaba su teléfono celular. Digitó algún texto y lo mandó. —Es tiempo de hacer las presentaciones protocolares, así que vámonos. —:*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*:
Edificio B. 6:10 pm. InuYasha había permanecido la mayor parte del día en su oficina del edificio B, haciendo algunas llamadas y buscando información. Incluso le avisó a su esposa que llegaría un poco tarde, porque estaba arreglando un “asunto” que el tonto de su hermano Sesshomaru hizo mal. De pronto, se escuchó una alerta en su teléfono celular, era un mensaje. —No creí que todo esto del duelo se prepararía tan rápido, en verdad Akayoru quiere recuperar a esa mujer— murmuró, luego de revisar el texto. De inmediato buscó un contacto en la agenda e hizo la llamada. —Te escucho InuYasha— contestó el sirviente al otro lado de la línea. —Jaken, avísale a Sesshomaru que Akayoru y su hermano, ya están aquí para formalizar el duelo— pidió. —¿Qué has dicho?, ¿No se supone que un mensajero de la casa Roja es quien vendría en representación? — cuestionó intrigado. —Yo tampoco entiendo nada, pero será mejor que estemos presentes. La reunión será en menos de una hora, en el salón 1 de conferencias del edificio B— indicó el mestizo. —Creo que no deberíamos ir, es decir, el señor Sesshomaru continúa enojado— se quejó Jaken. —No seas tonto, somos los más cercanos a él, y tengo entendido que en los desafíos se necesitan testigos de ambas partes, y un observador imparcial— explicó InuYasha. Se oyó el suspiro resignado del Kappa antes de confirmar. —Está bien, le aviso en éste momento y salgo para allá. — La llamada finalizó y el medio demonio se enfocó en la computadora de su escritorio. Abrió el programa de vigilancia del circuito cerrado. Los salones de conferencias eran las únicas áreas de reunión dónde había cámaras. Así que desactivó el sistema de grabación, sólo por si las cosas se ponían muy tensas.:*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*:
Zona residencial al norte de la ciudad. 6:15 pm. Sesshomaru gruñó con irritación cuando su móvil sonó, despertándolo abruptamente. Miró la pantalla y frunció el entrecejo al ver que se trataba de Jaken. —¡¿Qué quieres?! — bufó. —Señor Sesshomaru, es necesario que venga de inmediato al salón 1 de conferencias del edificio B… los Inugamis rojos, es decir, Akayoru y su hermano, ya están aquí para llevar a cabo el protocolo correspondiente. — El gesto del demonio plateado se volvió colérico en un instante. No esperaba que el líder de la casa Roja se presentara directo frente a él y de forma tan precipitada. Eso significaba que el beta no se andaba por las ramas, y muy probablemente ambos hermanos iban a confrontarlo desde un principio. Su ira empezó a crecer y la bestia blanca se agitó molesta. Ya no le contestó al Kappa y finalizó la llamada después de gruñir incluso más furioso. … Diana seguía entretenida leyendo otra revista y no percibió el paso del tiempo. De repente, la punzada sobre su hombro la puso en alerta. El diablo había despertado y estaba de mal humor. Escuchó que la puerta de la oficina se abría, y antes de siquiera pensar en levantarse del sofá y escabullirse, Sesshomaru ya se encontraba a unos pasos de ella, mirándola fríamente. —No se te ocurra intentar algo, mujer— advirtió, mientras sus ojos ambarinos se rodeaban de carmesí. La joven ahogó un grito de sobresalto ante su repentino acercamiento, jamás se acostumbraría a esas demostraciones de poder sobrenatural. Tragó saliva con dificultad, escudándose detrás de las páginas, pero no pudo evitar la burla en su contestación. —¿Por qué me amenazas, si no he hecho nada?, vaya que eres paranoico, señor del Oeste. — El Inugami estrechó la mirada. Ahora que lo pensaba bien, la humana siempre se había dirigido a él de forma impertinente. Ciertamente, esto no le importaba, pero en éste momento, al escuchar su tono mordaz, decidió que quería otra cosa de ella. —Deja de llamarme así— gruñó, acercándose lento. —De ahora en adelante, sólo dirás mi nombre. — Diana se tensó un poco más, acurrucándose contra el respaldo del sofá. La solicitud del demonio no era para nada agradable. Ella nunca había pronunciado su nombre frente a él, a pesar de todo lo sucedido entre ambos. Simplemente, al decir sólo su título, era una manera de mantener la distancia y así evitar cualquier tipo de vinculación. —No quiero hacerlo… — dijo despacio, tolerando su intimidante proximidad. —No deseo dejar de lado tu jerarquía. — Sesshomaru se agachó hasta quedar a la altura de su rostro, situando sus brazos a los costados de ella, manteniéndola atrapada contra el respaldo. Su gesto enojado parecía empeorar al escuchar su negativa. —Nunca has mantenido ningún tipo de respeto por mí, siempre me has desafiado, pero no importa— enseñó levemente los colmillos y luego sonrió con malicia. —Tendrás que acostumbrarte a llamarme por mi nombre… Diana. — La mujer sintió que el corazón se le detenía. El Lord había pronunciado su nombre por primera vez. Eso no eran buenas noticias, porque tal acto implicaba que el Inugami estaba reconociéndola como algo más que una concubina para su placer. Y ella no quería eso, en absoluto. Se quedó en silencio, con una mueca de temor. Sesshomaru se apartó despacio, complacido de ver aquella expresión en el rostro femenino. Comenzó a caminar rumbo a la terraza, desatando el nudo del albornoz que usaba. Dejó caer la prenda sobre uno de los camastros, quedando desnudo y con su larga melena plateada ondulando. Dio unos pasos más, acercándose al barandal, mientras su energía youkai revoloteaba alrededor en forma de ráfagas de viento. Ella lo siguió con la mirada y se percató de como su cuerpo quedaba cubierto por la repentina aparición de su vestimenta original, así como la esponjada estola blanca. Aquello le provocó un escalofrío y pasó saliva con más dificultad al ver su posterior transformación en una brillante esfera de luz. El orbe se elevó por encima de los toldos, pasando a través de la barrera colocada por el Lord, la cual crepitó por un instante. De inmediato, se alejó con celeridad en una dirección específica. La mujer se quedó perpleja por un par de segundos. Pero, después de recordar las extrañas cosas que vivió con anterioridad, no tardó mucho en tranquilizarse. —¡Diablos, esto no deja de ser atemorizante! — suspiró con inquietud. —¡¿A dónde irá con tanta prisa?! — Se levantó del sillón y corrió a la terraza, tratando de ubicar el rumbo por dónde se marchó. Ya no logró verlo, pero tuvo el presentimiento de que Akayoru era el causante de tan repentina salida.:*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*:
Edificio B, salón 1 de conferencias. 6:50 pm. Jaken entró a la gran estancia, buscando a InuYasha con la mirada. Lo vio cerca del estrado principal, al fondo del recinto. —¿Qué estás haciendo? — cuestionó, mientras se acercaba. El mestizo revisaba la puerta trasera para ver si se encontraba bien cerrada. —Cerciorándome de que ningún humano venga a interrumpir— explicó, tomando asiento en una de las muchas sillas frente al escenario. —Aunque les di la salida temprano a todos los empleados, el personal de vigilancia permanece en el lobby de la planta baja, así que, tan pronto lleguen todos, aseguraré la puerta principal. — —¿Crees que esto pueda salirse de control? — interrogó Jaken. InuYasha negó con rapidez. —Sesshomaru no puede dejarse llevar por la ira, ya que es probable que Akayoru traiga consigo a un ministro del Oeste, quien será el encargado de vigilar que el protocolo InuYoukai se cumpla al pie de la letra. Pero, por si las dudas, no debemos olvidar que estamos en territorio humano, así que es necesaria la precaución. — En ese momento, se escucharon pasos fuera del salón. La puerta de doble hoja se abrió para dar paso a los tres youkais. Inmediatamente ambos sintieron un escalofrío al notar el aura de los Inugamis rojos, la cual no era agresiva, pero sí bastante fuerte. A diferencia de la del Kitsune, pues ésta se mantenía perceptible al mínimo. Los visitantes avanzaron por el pasillo principal y se detuvieron a la mitad del mismo. Jaken tragó saliva con nervios, debido a la mirada que le dirigió Akayoru. No es que tuviera algo en su contra, pero era obvio que el pelirrojo aún estaba molesto con el pequeño demonio. En cuanto al mestizo, éste se levantó del asiento y se dirigió a ellos para saludar. —Bienvenidos, mi nombre es InuYasha, hermano de Sesshomaru— se presentó. —Buenas noches— dijo Kurenaichi con un gesto de cabeza y luego miró a su alrededor. —Veo que todavía no llega el Lord del Oeste. — —Ya fue avisado, no tardará en venir— aclaró, para luego mirar al Kitsune. —Y usted debe ser el ministro. — El demonio zorro asintió, regresando el saludo con una inclinación. —Mi nombre es Gobi, y voy a ser el testigo imparcial en éste… asunto— dijo con calma. Jaken se mantuvo en silencio, únicamente saludando con un gesto de mano, a prudente distancia. No estaba seguro de querer acercarse, no tanto por miedo a los Inugamis, sino porque su amo podría malinterpretar que estuviese hablándole al “enemigo”. Además, ya había resuelto mantenerse al margen de todo esto. —¿Cómo lo tomó tu hermano? — preguntó Akayoru. El medio demonio rodó los ojos, liberando una exhalación. —Nada bien— negó con la cabeza. —Se puso fúrico y francamente, me preocupa que haga una tontería contra la mujer. — —Entiendo, tu hermano no se esperaba esto— sonrió por un instante el pelirrojo. —No temo por Diana, sé que está bien. Pero no hay marcha atrás, me interesa desafiarlo por su título de Lord y eso es lo que haré— afirmó con seriedad. InuYasha asintió, sabía que esa era la declaración “oficial” del porqué habría un duelo entre un beta y un alfa. Pero la verdadera razón, era otra. De pronto, el ambiente se volvió pesado. El aura de Sesshomaru se aproximaba velozmente. Akayoru enseñó los colmillos en un gesto de irritación a pesar de tener desplegado el camuflaje. Su hermano y el ministro se miraron entre sí con una expresión desconcertada al notar la poderosa presencia. Todos voltearon hacia el lado donde se ubicaban los ventanales del lugar. El salón 1 de conferencias estaba situado en el sexto piso, por lo tanto, podían apreciar la vista de la ciudad a buena altura. Y como ya estaba oscureciendo, no les fue difícil notar la esfera brillante que se acercaba al edificio. —¡Ese idiota! — farfulló InuYasha al ver la forma en que llegaba su medio hermano. Se encaminó a la entrada principal para cerrar la puerta y evitar que alguien más ingresara. Justo cuando colocaba el seguro, se escuchó un estruendo, y los cristales de las ventanas se reventaron en decenas de pedazos. Los Inugamis y el Kitsune simplemente se cubrieron el rostro con el antebrazo, sin inmutarse demasiado. El orbe se dirigió al escenario, y antes de tocar el piso, trasmutó a una forma humana. Sesshomaru apareció con sobrenatural apariencia y expresión amenazante. El señor de Occidente había llegado, haciendo una para nada, sutil entrada. Caminó rumbo a los escalones para bajar del estrado, sin dejar de mirar a los demás youkais. Jaken tragó saliva y se aflojó la corbata, mientras hacía una reverencia nerviosa ante su amo. —Bienvenido señor. — El demonio lo miró de reojo y pasó de largo, dirigiéndose a donde estaban los integrantes de la casa Roja y el ministro del Oeste. Se detuvo a unos metros de ellos, identificando al Kitsune de inmediato. Era uno de los más viejos youkais de su territorio, el cual tenía cierta injerencia en los menesteres políticos de la región. Aquella criatura se encargaría de validar las disposiciones y los resultados del enfrentamiento. —¡Oye Sesshomaru, ¿Cómo se te ocurre llegar de esa manera?! — recriminó InuYasha, acercándose. La mirada ambarina se clavó en el mestizo, revelando su evidente enfado al verlo ahí. —¡Guarda silencio InuYasha!, ¡Estás advertido! — le enseñó los colmillos. El demonio plateado ya sabía que su fastidioso hermano estaría presente. Sin embargo, no podía hacer nada más que escuchar. Dudaba que se atreviese a intervenir después de amenazarlo en la mañana con quitarle el sello de ocultamiento. InuYasha hizo gestos de irritación, pero se quedó callado. Dirigió de nuevo su atención a Akayoru, quien le sostuvo la mirada. Éste dio unos pasos en su dirección, al mismo tiempo que su disfraz se desvanecía por completo, quedando también con su verdadera apariencia sobrenatural al descubierto. Un claro gesto de confrontación que recalcaba su intención de retarlo. De repente, el brazo del Inugami mayor se interpuso en el avance de su hermano. —Yo me encargo, recuerda que esto sólo es la presentación, así que cálmate— aclaró Kurenaichi en tono serio. El pelirrojo menor bufó molesto, pero retrocedió. —Buenas noches, Lord Sesshomaru— hizo una inclinación el líder de la casa Roja. —Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nuestros linajes tuvieron algún tipo de acercamiento— comentó, formal y calmado. La mirada altiva del Lord se clavó en él. —Así es, “escarlata”— contestó con frialdad. —Hace bastante tiempo que ustedes no daban problemas, pero creo que tu hermano se ha olvidado de respetar mi jerarquía. — Akayoru enseñó un poco los colmillos, pero no dijo ni una palabra. —Entiendo su molestia, mi Lord— sonrió levemente el mayor, sin inmutarse al escuchar el apodo por el cual Sesshomaru se dirigía a los Inugamis rojos en general. —Pero mi hermano ha decidido probar suerte, y dado que soy el representante del linaje rojo, voy a respaldarlo. — —Deberías pensar mejor las cosas, “escarlata”— bufó el demonio plateado. —Él no tiene ninguna oportunidad contra mí. — Kurenaichi volvió a sonreír sutilmente, manteniendo la diplomacia. —Ya se lo dije también, pero es un poco necio… y tiene sus motivos— hizo una pausa lenta, sin dejar de mirar a Sesshomaru. —Así que esto continuará, de acuerdo a las reglas establecidas, mi Lord, y esperamos que no nos menosprecie sólo por ser de rango beta. — El señor de Occidente rechinó los dientes. El Inugami rojo le estaba restregando, en la cara y educadamente, una de las leyes InuYoukai. La cual implicaba que cualquiera podía desafiar a un Lord cardinal, siempre y cuando tuviera un nivel respetable de poder. Por única respuesta, asintió con lentitud, sin disimular su enojo. Entonces Kurenaichi se giró hacia el demonio zorro para presentarlo. —El señor Gobi, ministro encargado de validar éste desafío. — El Kitsune hizo una reverencia formal hacia Sesshomaru. —Señor del Oeste, estoy a su servicio, y es mi deber hacerle saber que éste asunto, se ha mantenido en completa discreción por conveniencias— se expresó solemne. El Inugami plateado entornó los ojos, no esperaba escuchar eso. Pero le era muy conveniente, dado lo complicado de toda esta situación. Así que de nuevo hizo un leve gesto de confirmación. —Y ahora, pasemos a las formalidades— continuó hablando Gobi, dando unos pasos al frente, para quedar exactamente en medio de los demonios caninos. —¡La presente reunión, es para declarar el desafío de Akayoru, integrante de la casa Roja, en contra de Lord Sesshomaru, líder de la casa Plateada y señor del territorio Occidental! — declaró, alzando la voz. Levantó el brazo derecho hacia Kurenaichi, llamándolo para que diera un paso al frente. —¡Líder de la casa Roja, es tu deber respaldar el desafío, con sus resultados y sus consecuencias, ¿Aceptas?! — preguntó con seriedad. —¡Apruebo respaldar al desafiante, y aceptaré el resultado de dicho combate! — contestó el pelirrojo mayor, para luego retroceder a su lugar. El Kitsune asintió y luego llamó al hermano menor. —¡Akayoru, declara tu desafío! — El Inugami rojo dio un paso al frente, y sin bajar un sólo momento su mirada acerada, habló. —¡Yo desafío a Lord Sesshomaru por el título de señor del Oeste! — expresó, firme y sin dudar. —¡Y me someteré a las reglas de esta confrontación! — finalizó, retrocediendo nuevamente. Gobi asintió una vez más y luego levantó el brazo izquierdo hacia Sesshomaru, para que diera un paso al frente. —¡Lord Sesshomaru, se le ha retado por su título, ¿Acepta?! — cuestionó de nuevo. El aludido enseñó los colmillos antes de contestar. Su mirada furiosa se mantenía con ligeras bifurcaciones carmesí alrededor de sus iris ambarinos. —¡Acepto el desafío! — casi rugió. —¡Y me someteré a las reglas de esta confrontación! — Una vez hubo retrocedido el Lord, el youkai zorro bajó ambos brazos. Entonces, miró a InuYasha y a Jaken. —¿Ustedes se declaran testigos de éste acto? — Jaken tembló nervioso, asintiendo con la cabeza. En cuanto al mestizo, también confirmó con un movimiento y una respuesta seria. —Sí, ambos nos declaramos testigos. — El ministro Gobi exhaló con calma y después miró de nuevo a Akayoru, su tono de voz fue más relajado. —Desafiante, declara tus condiciones— solicitó. El pelirrojo menor se mantuvo sereno al hablar. —El duelo será mañana, al amanecer, en el centro del parque Sur de esta ciudad— hizo una pausa e inclinó ligeramente su rostro hacia el frente. —Sin limitación de habilidades naturales, respetando las reglas de un combate Inugami, y si yo gano… también me quedaré con la humana que tienes en tu posesión. — La mirada del Lord Occidental se encolerizó aún más, transmutando al azul metalizado rodeado de carmesí. La bestia en su interior comenzó a gruñir, erizándose con furia. —¡Maldito beta! — enseñó sus fauces babeantes. —¡¿Cómo se atreve a condicionarnos?, no puedes aceptar lo último! — —¡No puedo negarme ahora, el duelo ya fue aprobado! — masculló Sesshomaru para sí mismo. —¡Así que cállate! — El Kitsune tosió un poco, llamando la atención del demonio plateado, dada su demora al contestar. —Mi Lord, ¿Hay algún problema? — Se escuchó un gruñido frustrado. —¡Acepto tus condiciones! — señaló a Akayoru con su zarpa. —¡Y haré que te arrepientas de esta afrenta! — siseó de nuevo con los colmillos al aire. —Que así sea— respondió el pelirrojo. —¡El duelo entre ambos Inugamis queda confirmado! — señaló el youkai zorro, aplaudiendo dos veces como señal de que la formalidad había terminado. —Y de esta manera, quedará asentado en los registros oficiales. — Sesshomaru giró sobre sus talones y empezó a caminar rumbo a uno de los ventanales rotos, siseando por lo bajo y apretando los puños con fuerza. Sin prestar más atención a nadie, se elevó un par de metros y transmutó de nuevo a la forma de una esfera brillante. De inmediato salió volando, hasta perderse en la noche. —Hace mucho tiempo que no lo veía tan furioso— dijo InuYasha, mirando a Akayoru. — ¿Estás seguro de que podrás hacerle frente mañana? — —Lo intentaré— exhaló el Inugami antes de retomar su disfraz humano. —Nosotros nos retiramos, tengo que prepararme para la pelea— se encaminó a la puerta de salida sin decir más. —Hasta mañana— se despidió Kurenaichi del mestizo y del Kappa con un gesto de mano. —Acompáñenos ministro, se hospedará con nosotros. — El Kitsune hizo una rápida inclinación y se fue con los Inugamis. Jaken se acercó por fin. —Te veo demasiado tranquilo InuYasha, no estarás planeando entrometerte, ¿Verdad? — —Sesshomaru me amenazó para que no interfiriera en la pelea, ¿Recuerdas? — sonrió con disimulo. —Y tengo pensado hacerle caso, no deseo perder mi sello de ocultamiento— entonces, pateó un par de vidrios rotos. —Encárgate de llamar a la empresa de mantenimiento, debemos recoger éste desastre. — El sirviente sacó su móvil y comenzó a marcar un número. —De acuerdo, pero esta vez, tú idearás algo para explicar el daño a los ventanales. —***
Continuará… Elijan a su favorito (aunque creo que es obvio) y ya veremos que sucede en la pelea final, porque nada es lo que parece. Gracias por leer mis locuras.