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Capítulo 7: Intervención Jaken escuchó los quejidos de la mujer. Aunque se encontraba a cierta distancia, para su fino oído era imposible no prestar atención a lo que sucedía en aquella habitación. Poco después, vio a su señor salir de los aposentos rumbo al gran salón. Su mueca era de satisfacción y al mismo tiempo de fría malicia. Lo perdió de vista en un pasillo, así que lentamente caminó por el corredor cercano a la alcoba principal. Pudo percatarse de un sollozo contenido, débil y cansado. En el pasado, al pequeño demonio los humanos le eran completamente indiferentes. El hecho de molestarse con ellos, o que no le agradaran en tiempos recientes, se debía a la influencia de Sesshomaru. No obstante, la situación actual no tenía nada que ver con lo que él pensara. Definitivamente, la humana no soportaría por más tiempo el comportamiento primitivo de su amo. Como leal sirviente que era, y gracias a las décadas que llevaba al lado de Sesshomaru, lo conocía lo suficiente como para notar las diferentes facetas de su personalidad. Sabía que no estaba completamente lúcido y podía notar como su autocontrol fluctuaba por ratos. Recién se había percatado de que, a pesar de tener lapsos de claridad, el gobernante no parecía dispuesto a controlar el comportamiento de su bestia interna. Esto ya había aumentado la preocupación del fiel sirviente. En primera, porque su amo no debería actuar de esa manera, a pesar de ser la época estral, y en segunda, Diana no le desagradaba del todo. Es decir, ya había convivido bastante con Rin y con el grupo de InuYasha como para darse cuenta de que los humanos podían ser agradables. Y aunque no conocía lo suficiente a la mujer venida del otro lado de la cueva, sí era consciente de lo que estaba sufriendo. Una nueva lamentación por parte de la joven y su posterior silencio, lo hizo tomar la decisión. Ya había estado pensando en qué podría hacer para intentar ayudarla. Sin embargo, el riesgo era muy alto para su propia seguridad. Su amo no toleraría una traición, pero sus inadecuadas acciones y obsceno comportamiento, justificaban dicha medida. Simplemente, el señor de Occidente no tenía derecho a hacer lo que hacía. Se dio media vuelta, alejándose con una firme idea en la cabeza.:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:
En el gran salón, el demonio permanecía reclinado en su oscuro diván. Degustaba perezosamente alimentos y bebidas servidos con innegable abundancia. Su hambre fisiológica no era cotidiana, dado el lento metabolismo que poseen algunas criaturas sobrenaturales. No obstante, el estro Inugami forzaba a un mayor gasto de energía y, por lo tanto, ésta debía ser recuperada. Al mismo tiempo que se alimentaba, sostenía un diálogo con la bestia blanca. —Está hecho… pero no justificado… — —¡No me importa! — contestó con un bufido, mientras se relamía los bigotes, satisfecho por la comida. —Intentará escapar de nuevo… — —No la dejarás ir, lo sé, esa idea te irrita tanto como a mí— se burló. —Tú no tienes que lidiar con las normas de la jerarquía social— reprochó el Lord. —Eres el amo de Occidente, nadie te va a cuestionar, y no existe alguno que pueda, o quiera, hacerte frente… — Sesshomaru exhaló con indiferencia, a fin de cuentas, su bestia interna tenía razón, podía hacer y deshacer a su antojo. Además, el hecho de que hubiera una humana permanentemente en su morada, no era una noticia que fuese a escapar de la boca de sus siervos. Ellos veían, escuchaban y callaban, a ese nivel llegaba su dominio. Satisfecho con la conclusión de sus propias palabras, continuó bebiendo pequeños tragos de algún licor. Su relajado semblante revelaba que estaba saciado en todos los sentidos. El sopor llegó, sumergiéndolo en un momentáneo periodo de descanso.:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:
Diana aún temblaba, el malestar que percibía su sistema nervioso era estresante. Ya había disminuido en gran parte, debido a la sangre de demonio, pero no dejaba de estar presente. El par de lágrimas que habían escapado de sus ojos al escuchar la sentencia del Lord, estaban secas, ya que no tuvo siquiera la fuerza para enjugarlas. Incluso su respiración era pesada y dolorosa, debido a las consecuencias de sentir la adrenalina en su máxima expresión, tensando todo su cuerpo a causa de lo que estaba viviendo. —¡Esto es el infierno! — se quejó afligidamente. —Ya no puedo más, creo que esta vez me ha lastimado… — Su posición continuaba siendo la misma desde hace rato, casi no podía moverse y sólo consiguió ladearse un poco. La blanca estola era lo único que la cubría, aferrándose a su cintura y caderas, cual mullida cadena. Al menos la suave textura no irritaba su lastimada piel. Entonces abrazó un cojín, acomodándolo lo mejor que pudo y cerró los ojos, esperando a que el cansancio le permitiese dormir. No quería pensar en nada y menos en el oscuro destino que le esperaba en aquel lugar.:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:
Al día siguiente, en algún punto inespecífico del Oeste. El hermoso palacio permanecía impasible. El recorrido de algunas nubes a su alrededor le daba un aspecto etéreo y misterioso, a pesar de que el sol matutino ya iluminaba claramente todo el sitio. En una de las terrazas principales, se podía distinguir el diván de colores dorados y magentas. La soberana del lugar se encontraba ahí, bebiendo té y revisando un viejo pergamino. Su gesto era sereno y su atención estaba fija en el papel. De pronto, se escucharon pasos. Ella alzó la mirada y el guardia que llegó, hizo una reverencia antes de hablar. —Mi señora, el sirviente de su hijo solicita una audiencia con usted— explicó. —¿Quién? — hizo un gesto meditabundo. —Ah, ya recuerdo, el pequeño demonio que sigue a Sesshomaru por todos lados. Está bien, que pase. — … Momentos después, Jaken se arrodillaba con sumiso gesto ante ella. —Mi lady, gracias por recibirme— saludó. —Pequeño demonio, ¿Acaso vienes solo? — preguntó la demonesa con curiosidad, no era común que ella recibiera visitas. —Así es— confirmó, alzando el rostro. —¿Cuál es el motivo? — —Mi señora, vengo a informarle sobre un asunto que atañe el comportamiento de mi amo Sesshomaru— declaró con voz nerviosa. —¿Su comportamiento?, ¿Qué sucede con él? — Irasue hizo un gesto de extrañeza. —Como usted sabrá, el estro Inugami comenzó hace poco… — se quedó en silencio, dudando en pronunciar sus siguientes palabras. —Y mi señor… ha tomado a una humana como pareja de apareamiento… — La elegante dama alzó una ceja en gesto de sorpresa, como si no hubiera entendido de inmediato la última frase. —¿Qué has dicho? — inquirió, cambiando su mueca por completo. El pequeño demonio notó la seriedad en su rostro y tragó saliva con dificultad. Tenía que ir al grano y dejar en claro el porqué estaba ante ella, denunciando la conducta de su amo bonito. No estaba seguro de cómo reaccionaría la aristócrata, y ni siquiera sabía si le interesaría seguir escuchándolo. Pero, al ver que su gesto se endurecía, le confirmó que tenía toda su atención. —Así es, mi lady— continuó explicando. —El señor Sesshomaru se está dejando llevar por su lado más primitivo, y atravesó la cueva de la Luna para secuestrar a esa mujer. — Irasue hizo una expresión de duda y después de sorpresa, al entender de cuál lugar estaba hablando el sirviente. Conocía perfectamente esa caverna, más antigua que el linaje Inugami. También estaba al tanto de su extraña naturaleza de portal y su rara atmósfera, capaz de afectar a criaturas sobrenaturales. Por un momento no la recordaba, dado que hace un par de siglos no se hablaba nada de ella. —¿Se atrevió a entrar en esa vieja gruta… para raptar a una humana? — inquirió desconcertada. —Así es mi señora. Estoy enterado de lo peligroso que es ese sitio, pero parece que a mi amo bonito no le importó. — —¿Por qué eligió a esa humana? — volvió a preguntar, sorprendida por lo que escuchaba. —Eso… bueno, es que no es la primera vez que mi amo… yace con esa mujer… al parecer, su aroma lo atrae— dijo despacio, moviendo nerviosamente el báculo que portaba. —¿Cuántas veces ha sucedido esto? — La demonesa estaba intrigada. Escuchar que su hijo había buscado a una hembra en más de una ocasión, sí que era extraño. Pero, enterarse de que se trataba de una humana, se volvía completamente inaudito. —La mujer ha atravesado el túnel de la cueva en dos ocasiones. La primera vez lo hizo accidentalmente, y la segunda, fue obligada a venir por mi señor, usando una marca de posesión. Pero ahora… él fue por ella y la trajo a la fuerza— explicó temeroso. —Esa humana vino a través de la cueva, y cuando hablas de su aroma, te refieres a su periodo de celo, ¿No es cierto? — el tono de la aristócrata se volvió completamente serio y gélido. —Y, además, la marcó como si tuviera derecho sobre ella. — Jaken aguantó la respiración y movió la cabeza afirmativamente con cada una de sus palabras. Irasue se llevó una mano al rostro, masajeándose la frente en un evidente gesto de molestia. Toda esta situación la tomó por sorpresa, pues jamás imaginó que su hijo haría algo así. Es decir, lo conocía bastante bien y sabía que él era muy frío y hermético en su personalidad. Por lo tanto, nunca pensó que en algún momento tendría ese tipo de comportamientos. Y es que existen ciertas normas a seguir cuando se pertenece a la aristocracia. Un Inugami de noble linaje no tiene permitido ese tipo de deslices. Realmente no tendría por qué darle importancia a esto, su hijo ya era un adulto y ella no tenía ninguna injerencia en sus acciones. Pero, a pesar de todo, le molestaba enterarse de semejante escenario. Si bien, ya sabía que él era completamente indiferente al periodo estral, también había escuchado que, en algunas ocasiones, tuvo encuentros con una que otra hembra demonio. Esto era lo más común que podría esperar de su primogénito, así como su apatía por buscar una pareja formal. Lo que no era normal, era lo que el pequeño sirviente le estaba revelando. Las uniones entre demonios y humanos no son bien vistas, pero existen, y sólo se pueden catalogar de dos formas. La primera, es por voluntad de ambas partes. En la segunda, uno de ellos obliga al otro y, por lo regular, es la criatura sobrenatural quien somete al humano. Irasue sabía que su hijo no se inclinaría por ninguna de esas opciones… a menos que no estuviera en sus cabales. La única manera en que un demonio puede perder el juicio es, por ira, por hambre o por sus bajos instintos. Seguramente era la tercera opción, de acuerdo a lo explicado por el pequeño sirviente. Aquella infortunada humana debía poseer un olor y un sabor muy peculiar como para haber incitado a la bestia interna de Sesshomaru. Entonces, la elegante dama tomó el medallón que colgaba de su cuello, pasó la mano por encima de la piedra Meido y pronunció una orden. —Muéstrame a la humana. — La imagen reveló a Diana recostada sobre las sábanas. Estaba desnuda, con signos de cansancio y las marcas visibles de tortura física, expresadas en mordidas y zarpazos visibles en gran parte del cuerpo. Su mueca era de sufrimiento y temor. La demonesa hizo un gesto de desagrado antes de que el reflejo desapareciera. En definitiva, no tenía interés alguno en preocuparse por una hembra de aquella especie. Sin embargo, la conducta de su vástago no era digna de alabanza y tal vez tendría que hacer algo al respecto. Esos caprichos lascivos eran más cotidianos en criaturas de bajo nivel y demonios de castas menores. Para su estirpe, quedaba terminantemente prohibido… o casi, porque las reglas se hicieron para romperse, y en su familia, Sesshomaru no era el primero que tenía ese tipo de desliz. —Bien, creo que debo hacerle una visita a mi querido hijo— declaró, poniéndose de pie. El sirviente volvió a inclinarse respetuoso antes de despedirse. —Yo me retiro, mi lady. Agradecería bastante su discreción, si no es mucha molestia— pidió inquieto, dejando en claro que temía por su seguridad. —Retírate pequeño demonio, y no temas por tu vida— finalizó ella. … Más tarde, Jaken iba sobre el dragón Ah-Un, volando de regreso a la mansión del Oeste. Sabía que era necesario inventarse algo por si su amo lo buscaba y no lo encontraba. Pero estaba seguro de que no sería necesario, el señor del Oeste no había solicitado sus servicios para nada. Toda su atención se mantenía enfocada obsesivamente en la humana.:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:
El tiempo es un cruel verdugo cuando se está viviendo una situación pavorosa. Era media mañana y Diana apenas había despertado. Permanecía tendida sobre las sábanas, cansada y adolorida. Las heridas de su cuerpo ahora eran cicatrices que punzaban bastante, a pesar de la sobrenatural sangre. El alivio que le brindaba la recuperación acelerada no era del todo suficiente. Aunado a esto, algunas mordidas comenzaban a dejar marcas violetas en su piel, asemejándose a la primera que le hiciera en un inicio. Si sobrevivía a esto, seguramente esas líneas quedarían como tatuajes permanentes. —Si él vuelve a… siento que ya no voy a despertar nunca más— murmuró con temor. —Espero que Jaken en verdad me ayude… esto ha sido demasiado… — Súbitamente, un sobresalto la puso en alerta, el demonio estaba acercándose de nuevo a los aposentos. Ella comenzó a temblar y su estómago se contrajo con un fuerte calambre. El terror la invadió cuando Sesshomaru apareció una vez más en la entrada de la habitación. —¡Ya no por favor! — gimió asustada, intentando levantarse torpemente. Un gruñido áspero la amenazó, mientras el demonio se aproximaba al lecho. Ella trató de alejarse, dejándose caer por la otra orilla y arrastrándose en dirección contraria. No tenía fuerzas para ponerse de pie, así que sólo se apoyó contra la pared. Lo miró sonreír siniestramente, a la vez que caminaba con paso lento, divirtiéndose ante su vano intento de escape. La bestia la acorraló sin el menor esfuerzo, agachándose frente a Diana. Su gesto de olisquear y relamerse los labios era perturbador para la joven, quien sintió que se quedaba sin aire y que su corazón se detenía en su pecho. Palideció aún más cuando él colocó sus manos contra la pared, a los lados de su cabeza, en un marcado gesto de intimidación. La mujer no pudo dejar de mirar el azul metalizado de aquellos ojos cuando el Lord se acercó, hasta quedar frente a frente. La señal era clara y sin dejar espacio a la duda, con esa forma de actuar, le decía que ella le pertenecía. —¡Aléjate! — gritó aterrada. El demonio continuaba sonriendo con perversión. Entonces, una de sus manos se movió, atrapándola por el cuello. Ella intentó forcejear, pero nada pudo hacer, quedando inmovilizada en un instante. La otra zarpa sujetó su muñeca izquierda, acercándosela a la boca. El filo del colmillo cortó la piel sutilmente. —¡Silencio! — ordenó, antes de que sus labios se posaran sobre la herida. —¡Me estás lastimando! — se quejó Diana al sentir la fuerza con la que sorbía. Sólo fue un instante, pero ella sabía que aquella mordida dibujaría una nueva cicatriz. Entonces, él dejó de morder y su mirada brilló con rojo deseo, al mismo tiempo que se aproximaba de nuevo. Se relamió los labios con gula, mientras su respiración se aceleraba. —Eres mía y aquí te vas a quedar— pronunció con crueldad, lamiendo con lujuria su mejilla. —¡No!, ¡No por favor! — gritó ella con más fuerza. —¡No quiero esto! — se retorció en vano, mientras un par de sutiles lágrimas escapaban de sus ojos. La bestia sonrió complacida. Su lado racional había desaparecido en ese momento y únicamente pretendía volver a saciarse con la humana. Su insana obsesión no le permitía ser empático con las emociones y el estado físico de la mujer. Diana empezó a sollozar aún más. Había llegado al límite de su resistencia emocional, ya no tenía fuerzas para oponerse. Sintió como su cuerpo se aflojaba pesadamente cuando fue tomada por la cintura y levantada cual títere sin hilos, para después ser arrojada sobre el lecho. El demonio ya comenzaba a deshacer el nudo de la túnica que lo cubría, al mismo tiempo que se aproximaba a ella. Inesperadamente, algo frenó sus intenciones. Se quedó quieto, haciendo un gesto desconcertado, y después gruñó con molestia, dirigiendo su mirada hacia el techo. No había nada ahí, pero él parecía poder observar a través del mismo. —¡¿Por qué está aquí?! — lanzó la pregunta al aire con evidente irritación. La joven, confundida por sus palabras, sólo atinó a abrazarse a sí misma, haciéndose un ovillo y cerrando los ojos con fuerza. No entendía la reacción del Lord, pero sintió un gran alivio por esa interrupción. De repente, lo escuchó bufar con más rabia, a la vez que caminaba hacia la salida de la habitación. —¿Qué… sucede? — abrió los párpados sin comprender lo que estaba ocurriendo. Sesshomaru se perdió de vista y sus pasos se alejaron por el corredor. Pasaron un par de tensos segundos antes de que el sonido de una ráfaga de viento se escuchara por donde se ubicaba el jardín interno. Lo que sea que hubiera interrumpido su actuar, ya se encontraba dentro de la mansión.***
Continuará… Saludos a todos.