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Capítulo 3: Periodo de Celo Tu aroma ha perturbado a Lord Sesshomaru. Esas palabras resonaban en la mente de Diana. El pequeño demonio de ojos amarillos le hizo una extraña advertencia, pero a ella no le quedaba claro su significado. Por un momento pensó que su sudor ya le había jugado una mala pasada. Pero no, apenas esta mañana había tomado una refrescante ducha. —¿Por qué me dices eso?, no entiendo de qué hablas, sólo sé que debo alejarme de ese… ese… lo que quiera que sean ustedes— dijo Diana, tratando de calmarse un poco. —Ten cuidado al expresarte de Lord Sesshomaru, él es un gran demonio y debes mostrar respeto ante su persona— regañó Jaken con mirada arrogante. —Al parecer, tu presencia lo irritó bastante, seguro te matará cuando regrese. — —Yo no le hice nada, sólo quería preguntarle a la niña dónde me encuentro. Me perdí al entrar en una cueva y vine a dar aquí, sólo quiero irme — explicó Diana, mientras se levantaba del suelo. —El amo Sesshomaru no va a creer tus palabras, él piensa que intentas llevarte a Rin a una aldea humana. — —¿Aldea humana?, eso quiere decir que estoy cerca de un poblado, tengo que ir a ese lugar para pedir ayuda— respondió ella, sobándose el golpe. —Dime cómo llegar, por favor. — El pequeño demonio soltó una risita burlona. —Estás loca si crees que te puedes ir así nada más, mi amo te encontrará inmediatamente. Además, tu aroma te delata, y es probable que mi señor no te deje marchar hasta satisfacer tu solicitud carnal— sentenció de manera inquietante. —¿Mi… solicitud carnal?, ¡De qué diablos hablas, explícate! — Diana se sobresaltó. —Ustedes los humanos son tan idiotas, ni siquiera se dan cuenta de que están en celo, ¿Acaso no lo percibes dentro de ti, humana?, tu cuerpo te da las señales— declaró Jaken fríamente. La mujer se petrificó. No eran necesarias más explicaciones, entendió perfectamente las palabras del sirviente. Éstas encajaban con las reacciones del demonio de cabello plateado. Ya era suficiente el tratar de aceptar la existencia de seres sobrenaturales en tan poco tiempo, y ahora resultaba que uno de ellos se había alterado al percibir sus feromonas. Ni por casualidad le pasó por la mente el molesto ciclo hormonal, hasta que se dio cuenta de que, probablemente, se encontraba a la mitad de éste. —¡Hasta crees que voy a esperar a que regrese, me largo de aquí! — contradijo Diana, empezando a correr en dirección a donde creía, estaba la cueva. No tenía intenciones de seguir escuchando cosas extrañas y no quería que aquel extraño hombre se le acercara de nuevo. Muy en el fondo, tenía un mal presentimiento, así que debía buscar la forma de regresar a su realidad como fuera. Jaken la miró alejarse y le hizo una señal al dragón de dos cabezas para que la dejara pasar. Sabía que no llegaría muy lejos, porque la presencia de su amo se estaba acercando. —Señor Jaken, ¿Por qué la dejó marchar?, el señor Sesshomaru se va a enojar— dijo la pequeña Rin, quien volvía con las frutas recién cortadas. —No hay problema Rin, el amo Sesshomaru ya viene en camino y seguro la traerá de vuelta— contestó Jaken. —O tal vez se la lleve a otro lado— pensó maliciosamente. El sirviente tenía motivos de sobra para tener aquellos pensamientos. No era de extrañar que los demonios pudieran oler la presencia de los humanos. Estaban acostumbrados a su pestilencia corporal, sus desechos, su sangre y también a sus periodos de celo. La mayoría de los animales tienen épocas de celo cada cierto tiempo. Las hembras humanas no presentan éste ciclo, no como otros mamíferos. Simplemente, tienen una fase de fertilidad cada mes y su deseo sexual puede estar presente o no, sin depender de una etapa de celo. Los machos humanos rara vez se dan cuenta de las señales liberadas por las féminas, ya que tienen atrofiado el sentido del olfato. En cambio, los demonios sí las perciben y la mayoría de ellos se muestran indiferentes, ya que no les agradan los humanos. Pero, a veces, en muy raras ocasiones, se da el caso de que una mujer libera una señal olfativa más fuerte de lo normal. Tanto así, que es capaz de atraer a algunos tipos de demonios. Y muchas veces, éstos se dejan llevar por el instinto de apareamiento, sin importar la especie. —Al parecer, es la primera vez que el olor de una hembra humana lo altera, ¿Verdad, amo Sesshomaru?, es innegable su reacción al percibir el celo de esa mujer— pensó Jaken, mientras veía pasar a lo lejos a su señor, quien iba siguiendo la ruta por donde Diana había huido.***
Continuará…