ID de la obra: 1273

INSTINTO

Het
NC-17
Finalizada
1
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
62 páginas, 23.408 palabras, 13 capítulos
Descripción:
Notas:
Publicando en otros sitios web:
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4. Instinto

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Buen día: Continuamos con la historia en su cuarto capítulo. Gracias por los comentarios y sólo les diré una cosa, Diana no tiene escapatoria. Soy algo sádica con mi personaje. Saludos y pasen a leer. Atención: InuYasha y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi. Yo sólo escribí la historia por gusto y diversión.

***

Capítulo 4: Instinto Sesshomaru seguía alterado, no había logrado olvidarse de la esencia femenina. El alejarse unos kilómetros y refrescarse el rostro en un lago, no había conseguido calmarlo. Desde el momento en que se acercó a ella y confirmó el aroma, su cuerpo empezó a comportarse de extraña manera. Un insistente cosquilleo en su entrepierna se había despertado, su respiración estaba acelerada e, inconscientemente, se relamía los labios. Sabía lo que significaba ese olor, pero no podía creer que lo estuviera perturbando tanto. Nunca antes el aroma de una hembra lo había inquietado, ni siquiera las de su especie. En otras ocasiones, cuando el llamado de la naturaleza se hacía presente en él, simplemente buscaba a alguna hembra en sus dominios que estuviera receptiva. Sólo sexo y placer, nada de sentimientos ni compromisos. El rastro general de ella seguía presente, sabía que se estaba alejando de Jaken y Rin. El instinto empezó a controlarlo de nuevo por la simple idea de imaginarla sola y a su merced. De inmediato comenzó a seguir el aroma, pasó por el campamento y más adelante, vio la silueta que se alejaba rápidamente. Un golpe olfativo invadió sus fosas nasales y su expresión cambió en un instante, permitiendo que algo en su interior lo dominara. —¡Vamos por esa hembra, nos está llamando! — gritó su bestia interna. —¡Es una maldita humana!, ¡¿Por qué la percibo de esta forma?, me niego a aceptarlo! — se dijo a sí mismo Sesshomaru. —¡No puedes ir en contra de tu instinto, el llamado de la naturaleza es imparable y lo sabes! — sentenció la criatura. —¡Despreciables humanos… esto no se va a quedar así! — … Diana se sentía desfallecer, pero no se detenía a pesar de la falta de aire. Estaba cerca de la cueva, pronto llegaría a ella. Lo que no sabía, era si podría volver al parque. Franqueó algunos árboles más, hasta que finalmente se encontró frente a la entrada rocosa. Se internó algunos metros, pero, para su sorpresa, el fondo del túnel estaba cerrado por roca sólida. Revisó metro a metro el contorno, pero no había paso ni huecos, estaba atrapada. Entonces, sintió de nuevo aquella inquietante presencia detrás de ella. Tragó saliva y volteó muy despacio. En el umbral de la gruta, se encontraba el demonio de cabello plateado, mirándola fijamente como un depredador a su presa. —¡No puede ser, no por favor! — gimió asustada, replegándose contra la pared. Sesshomaru empezó a caminar hacia ella, al mismo tiempo que sus sentidos se nublaban por el aroma del celo mezclado con el miedo. —No quiero hacer esto, pero, maldita sea, siento que voy a enloquecer— pensó para sus adentros. —No te detengas Sesshomaru, ambos lo vamos a disfrutar, sin embargo, tienes que tener cuidado con la humana y controlarte, no querrás matarla en pleno acto, ¿Verdad? — le respondió lascivamente la bestia. De pronto, cayó en cuenta de esas palabras. Él jamás había poseído a una humana y nunca había obligado a ninguna hembra a entregársele. Detuvo su andar por un instante, en lo que recuperaba el autocontrol. La expresión de su cara se relajó y sus ojos volvieron a ser ambarinos. Si iba a dejarse llevar por su instinto, a pesar de que ella fuese humana, al menos buscaría la manera de que no se resistiera. Definitivamente no se comportaría como un vulgar animal, buscando satisfacer su deseo carnal, ya que él era el gran Sesshomaru, señor del Oeste. Diana temblaba de miedo y su estómago se contrajo dolorosamente cuando el demonio reinició su marcha hacia ella. En ese momento, se dio cuenta de que su expresión se relajaba y tomaba una postura menos amenazadora, pero igual de altiva y dominante. Al aproximarse aún más, su corazón se paralizó y sus ojos quedaron al borde del llanto. —P-Por favor… n-no me l-lastimes… n-no quiero morir… por favor— tartamudeó sin poder controlarse. Sesshomaru quedó frente a ella y con un movimiento lento, acercó la mano hacia su mejilla, acariciándola sutilmente con el dorso. Después, tomó el mechón de cabello que tenía sobre el rostro y lo colocó detrás de su oreja. —Deja de temblar, no pienso herirte, a menos que vuelvas a hacer algo estúpido— dijo con voz suave pero fría, mientras la miraba detenidamente. Hasta ese momento, no había prestado atención a los rasgos faciales de la mujer. Su pelo era oscuro y completamente lacio a la altura de los hombros, sus ojos eran de un café muy intenso, casi negro. Pero, lo que más llamó su atención, era el tono de su piel. Ésta no era blanca lechosa como la de las mujeres que había visto, sino de color canela. Esto le hizo pensar que ella provenía de tierras lejanas, sin embargo, no tenía interés en saber más, no cuando su olfato le indicaba que estaba receptiva para la cópula. Todo lo demás quedaba en segundo plano. Diana no se movía, por lo que el demonio hizo un ademán frente a su rostro y de sus largas uñas se desprendió un vapor verde que inundó el ambiente. Ella intentó alejarse, pero sus piernas no respondieron. Se sintió aturdida y asfixiada por unos segundos. No perdió la conciencia, así que se percató cuando él la tomó en brazos y comenzó a salir de la cueva. Momentos después, con los ojos entrecerrados, alcanzó a distinguir el bosque pasando por debajo de ella y el viento acariciándole el rostro. El Lord del Oeste la estaba llevando a algún sitio desconocido y no podía hacer nada al respecto.

***

Continuará… Como es sábado y tengo tiempo de sobra, puede que en un rato más publique el siguiente capítulo, ya que la trama se pone más tensa.
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