ID de la obra: 1462

Una unión de seis

Het
NC-17
En progreso
3
Fandom:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 64 páginas, 22.817 palabras, 20 capítulos
Descripción:
Notas:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
3 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Chapter 6: LA BARANDILLA DEL BALCÓN

Ajustes de texto
Jim volvía a sus habitaciones, tarareaba una cancioncilla pegajosa de los años sesenta del siglo veinte de la tierra mientras pensaba que se había preocupado por nada. Después de todo, las mujeres caían rendidas a sus pies y estas tres no serían la excepción. Pensó en Uhura, con esas largas piernas. Debían tener la suavidad ideal y el largo perfecto para subirlas a sus hombros y hacer con ella lo que más de una vez se había imaginado. De pronto, se le hizo agua la boca. No culpaba a McCoy por haberse fijado en ella, aunque de todos modos tuviera que compartirla con él, cuando fuera suya la haría olvidar todo. Entonces su mente pasó a Christine, la asistente del Doctor. No estaba seguro de porqué, pero a Bones lo rodeaban las mejores mujeres de la nave y aun así él pasaba metido en libros o en la bahía médica, estresado a morir cuando podría aprovecharse de su cargo por lo menos por una noche. Esa rubia… Aunque no estaba seguro de que fuese rubia, puesto que su cabello era muy claro y casi gris plata. Se preguntó, obscenamente, si el cabello de abajo sería del mismo tono. Desde que el transportador se averió durante la misión de cinco años y Jim literalmente se dobló en dos yo, uno malvado, cruel y lujurioso, pero a la vez seguro y empoderado; y el otro tímido, bondadoso y comprensivo, pero a la vez sabio y valiente, las cosas eran diferentes. Cuando se había quedado sin su lado malvado, se dio cuenta de que no era nada sin él. Pero ahora que ambas partes estaban en él, curiosamente, su lado malvado tomaba el control más seguido. Janice era una de las únicas cosas que lo anclaban a la tierra, por decirlo metafóricamente, por supuesto. Y cuando ella se fue… es probable que aún no esté preparado para pensar en lo que pasó, porque seguía pasando. Sus pensamientos para este punto eran tan sombríos que, cuando Christine lo saludó, Kirk dio un respingo ante la sorpresa. —¿No es muy temprano para regresar, enfermera? —le dijo, al verla cerca de sus habitaciones. —No, es que… —Seguro se perdió la cena ¿no es cierto? —a veces, su lado malvado era capaz de tomar el control sin que él se percatase de ello— venga, ordenaré la cena para los dos y así podrá contarme como le ha ido últimamente. Christine estuvo callada durante esa cena, en la que el capitán la arrastró hacia el interior de sus habitaciones, hasta el balcón, en el cual estaba dispuesta una mesa y un techo de cristal que dejaba ver las estrellas. —¿Puedo saber qué hacía a un lado de mi puerta, Christine? —inquirió sin mirarla, pinchando con su tenedor algo que parecía un alga en el plato. Ella se mordió el labio. —Bueno… las chicas estuvimos hablando y… queremos hacer esto lo más rápido posible… Ya que yo soy la primera por el orden de madurez… decidí venir a… —cuando vio que él se ponía de pie y se acercaba a ella, el miedo le acalambró la lengua— a consultarle a usted… Kirk acercó su silla junto a la de Christine y se sentó de frente a ella. La enfermera lo miró en silencio por unos breves instantes. Cuando la mano del capitán se alzó para acariciar con ternura su mejilla, ella se echó hacia atrás en un súbito arranque de temor. Se incorporó de inmediato y escapó de él, deteniéndose junto al muro del balcón. Sobre su cabeza, el cielo estrellado se extendía como un velo infinito, mientras sus manos temblorosas recorrían la superficie encerada de la barandilla. —Lo-lo siento… —gimoteó ahogadamente— Disculpe mi cobardía, capitán. Jim, por el contrario, sonreía extasiado. Esto sería más divertido de lo que había imaginado. Se levantó con calma, aproximándose a ella con una lentitud maligna. Con paso firme, cerró el único camino de escape, obligándola a quedarse entre la barandilla y su cuerpo. —¿Por qué me tienes miedo? —susurró, inclinándose sobre ella. Apoyó las manos a ambos lados de su cuerpo, invadiendo por completo su espacio.
3 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)