ID de la obra: 1462

Una unión de seis

Het
NC-17
En progreso
3
Fandom:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 64 páginas, 22.817 palabras, 20 capítulos
Descripción:
Notas:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
3 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Chapter 15: UN LUGAR SECRETO

Ajustes de texto
Estaba atrapado en un sueño turbio en el que veía la sombra de su padre en una camilla, a su hija con lágrimas en el rostro y a Kirk semi muerto en el suelo arenoso, con una herida en el pecho. Las imágenes se sucedían una tras otra, cada una más vertiginosa y desesperanzadora que la anterior. Muchos de sus sueños eran así, traumáticos, aterradores, llenos de pena y viejas heridas mal sanadas que volvían una y otra vez a lastimarlo. McCoy estaba harto, ni siquiera cuando dormía, sus fantasmas lo dejaban en paz, la culpa, el arrepentimiento, las mil y una malas decisiones que había tomado desde el principio de su vida. Entonces se dio cuenta de que alguien lo estaba agitando desesperadamente, su voz llegaba hasta él como si se encontrara en el gran cuarto oscuro que es la nada y se fuese acercando paulatinamente, hasta que el murmullo por fin lo despertó. —¿Doctor? —lo sacudió levemente, cuando el hombre murmuró un gruñido ella continuó— Doctor, por fin lo encontré. ¿Se quedó dormido en esa posición? —Eso parece —susurró, aún recostado sobre su escritorio y con los ojos cerrados. La pesadilla no era más que un compendio de los recuerdos más amargos de su vida, pero como siempre, logró recomponerse antes de que la pena se mostrase en su rostro. Las imágenes le seguirían el resto del día, pero no era diferente a otros días en los que había ocurrido lo mismo, la clave estaba en despejar la mente concentrándose en lo presente, como ahora, Nyota. —Debió estar trabajando hasta tarde para derrumbarse ahí, sobre la mesa y los papeles. —McCoy iba a contestar cuando al levantar la cabeza el gesto de su rostro mostró dolor y su mano fue al cuello inmediatamente.— ¿Doctor? —Los músculos... —explicó— Resentidos por la mala noche... O algún tumor cancerígeno que me llevará a la dulce muerte en poco tiempo. —No es gracioso, doctor. —toma el tricorder y hace unas lecturas— tenga, no tengo idea de que significan, pero espero descartar el tumor. —Lamentablemente solo es estrés, falta de sueño y ansiedad. —se lleva la mano al cuello para tallar su piel mientras calibraba el aparato— ¿para qué me necesita, Uhura? —Déjeme ayudarle, doctor. —Me basto para esta sencilla tarea, señorita. Ayudado por un café negro más tarde... Ella toma el aparato entre sus dedos de manos del doctor— No sea ridículo, doctor, sus músculos están tan agarrotados por tensión que ni siquiera puede alcanzar su propio cuello. Ella comienza a pasar el aparato por encima de la superficie de la piel sin llegar a tocarlo, pero aun así tiene una de sus delicadas manos sobre uno de sus hombros. El alivio se va extendiendo por toda la espalda hasta que Leonard está por fin recostado completamente en su silla de respaldo alto —Ya que se está haciendo la heroína, ¿Por qué no termina su trabajo y me trae un café? —¿Cargado? —Por supuesto —En seguida. —Se va y regresa tras unos segundos de espera— Quería decirle que el capitán ordenó una licencia de cuarenta y ocho horas para usted, Spock, Janice yo. La verdad es que ella misma se había tomado la libertad de solicitárselo directamente al capitán el cual accedió a cambio de una visita programada para la siguiente noche. En el transcurso de esos cortos días desde que se había anunciado a Chapel en el recuento de embarazos de todos los días, Nyota había tenido tiempo para pensar. Había observado al doctor y al señor Spock, lo suficiente para saber que el vulcano era el hombre más extraño del que tenía conocimiento, pero que se estaba acercando lentamente a Christine, muy lentamente, pero a buen paso. Y que el doctor era el humano más solo y triste que existía, aunque se esforzara por mantenerlo en secreto, se veía a leguas que no era feliz en ningún sentido, aunque sonriese de vez en cuando y bromease sobre el trabajo. Nyota había sentido de pronto que ella podía ayudarlo. El buen doctor no era mala persona, todo lo contrario, pero aun así se mantenía fuera de los circulos sociales, parecía no tener más amigos que el capitán y el señor Spock, quienes de buena gana lo ignoraban gran parte de el tiempo. Por lo mismo, ella pensó en acercarse a él, hacer feliz a alguien no era tan dificil como se pensaba, bastaba estar ahí para ellos y eso era lo que ella quería hacer. —¿Y a donde quiere que vayamos ese loco? No podemos salir del bunker. —se quejó, ya más calmado. —Pues aquí mismo, lamentablemente, doctor. —¿Y quien se quedará a cargo de la bahía médica ahora que Chapel está embarazada? —El doctor M'Benga. Ya le he dicho y ya está manos a la obra. Además, ahora que está él aquí como el segundo al mando en el área de medicina, Kirk ordenó también que se le diese la mitad de una jornada de su trabajo. Esa tampoco era toda la verdad. M’Benga era amigo de Uhura, compartían un primo y dos sobrinas, así que se habían visto lo suficiente como para seguir siendo amigos aun ahora. Él se había resistido al principio, pero cuando ella le mencionó los descansos y beneficios académicos que esto le podría otorgar, M’Benga accedió. El doctor frunció el ceño. No le vendrían mal unas vacaciones, ni siquiera recordaba las últimas en las cuales no hubiera estado inconsciente a causa de la bebida o por el cansancio. —Tendré la tarde libre... —reflexionó en voz baja. Casi se podía imaginar a sí mismo en sus habitaciones, sentado y lleno de ansiedad por no tener nada que hacer. No era una imagen muy reconfortante. —Y la noche —completó ella. —¿Y a donde se supone que debemos ir en esas cuarenta y ocho horas de descanso? —Chapel y Spock irán a los jardines. Parece que Spock la pintará bajo el árbol de mimosa. Janice tenía cosas que hacer y Kirk igual, pero por separado. —¿Y usted? —Yo tenía planeado acompañar a Spock y Christine, pero parecían querer intimidad. Esto, por si fuera poco, tampoco era verdad. Literalmente, Chapel fue la que le aconsejó ir con el doctor e intentar algún acercamiento lento. Ambas sabían los supuestos sentimientos del doctor hacia ella, pero que él pensaba que no era posible. Así que, a escondidas, habían urdido este pequeño plan. Uhura le tenía un gran respeto al doctor, de todas formas, ella tampoco creía que esto funcionaría, por lo que se tomaría esta ocasión para agradecerle todo lo que había hecho por ella, que no era poco, e intentar hacerlo feliz por lo menos en lo que durase todo ese embrollo de la reproducción. —¿Y cuál es su idea para pasar el tiempo? —Leer. Tengo varios libros digitales que aún no he tocado. —Esa si es una buena idea —bebió su café a sorbos cortos, cerrando los ojos por unos instantes. —¿Quiere acompañarme? Se detuvo y miró a la mujer —¿A leer? —Bueno... —se acobardó levemente— También podemos simplemente hablar con una copa de vino y quizá alguna pasta... —No es mala idea. —admitió— Amo la lectura, mi pasatiempo favorito es disfrutar de un buen libro. —Lo sé, lo he visto leer en sus descansos. —Pero más allá de mis habitaciones, no hay otro sitio en el cual se puede leer más de dos páginas sin que el comunicador suene o haya interrupciones de personas que solo vienen a molestar. —Yo conozco el sitio perfecto. —le sonrió con aire cómplice. Él sonrió a su vez, pero bajó la mirada a los papeles que había arruinado al babear dormido sobre ellos y su sonrisa se esfumó. —Muy bien por usted. —Si quiere, Doctor... —se aventuró a sugerir— puede venir hoy por la tarde conmigo y se lo puedo mostrar. McCoy detiene su lectura de lo que queda legible de los informes y la observa. —Oh, no es necesario... —Sí, lo es. Al fin y al cabo, ni usted tiene qué hacer ni yo... —Bueno, si quiere compartirlo conmigo, llevaré el regalo de bodas de Scotty para tener una velada aún más amena. Ella sonríe ampliamente —Lo esperaré en mis habitaciones. Le prometo que no se arrepentirá.
3 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)