Capítulo 1
23 de agosto de 2025, 17:27
Kenny abrió los ojos, diciéndole adiós a su tan anhelado descanso, a causa de las molestas voces de Kyle y Stan discutiendo.
Se levantó de la cama y salió de su habitación, deseando poder gritarle al par que se callaran—porque a las 8 a. m. de un domingo, sentía que merecía dormir hasta tarde—, pero no podía alzar la voz. Después de todo, Kyle y Stan estaban discutiendo en su casa, un lugar en el que Kenny se sentía cada vez más como un invitado que se había quedado más tiempo del debido.
Sus amigos le ofrecieron una de las habitaciones sin uso de su casa hace unos cuatro meses, después de que el departamento de Kenny se incendiara. Al principio, Kenny pensó que podría reclamar el dinero del seguro en un par de semanas y aceptó la invitación de sus amigos sin pensarlo—no había razón para rentar cuando prefería comprar un lugar nuevo una vez que tuviera el pago del seguro—. Sin embargo, la compañía de seguros estaba haciendo todo muy difícil.
Kenny sabía que debería haberse conformado con algo barato cuando tuvo —como lo llamó su abogado— “algunas dificultades en su caso”. Pero Kyle prácticamente le rogó que se quedara con ellos un poco más, argumentando que después del evento traumático de perder su casa y todas sus pertenencias, no debía estar solo. Además, Stan dijo que él podía pagar algunas cuentas y que eso les ayudaría mucho.
Ahora Kenny deseaba haber dicho que “no” porque las discusiones de sus amigos lo estaban volviendo loco. Necesitaba un lugar nuevo para vivir. Por mucho que quisiera a sus amigos, ya no estaba cómodo viviendo con ellos.
“¿Qué les pasa ahora?” se preguntó mentalmente mientras se acercaba a la habitación donde tenía lugar la discusión entre sus amigos. Sin embargo, no pudo captar una sola palabra de lo que Kyle y Stan estaban diciendo porque Kyle lo escuchó acercarse incluso antes de que pudiera poner un pie en la habitación.
—¡Kenny! ¿Te despertamos? —preguntó Kyle.
Kenny estaba seguro de que caminaba en modo sigilo, pero no se sorprendió en lo absoluto de haber sido descubierto por su amigo. El agudo oído de Kyle le permitía saber cuándo alguien estaba a punto de entrar en la habitación en la que estaba, así que no había manera de sorprenderlo.
Cuando Kenny entró en la cocina, vio a Stan en pijama y a Kyle todavía con la misma ropa de ayer, definitivamente al final de su camino de la vergüenza.
—¿No les dije que me encanta levantarme temprano los domingos? Escuchar sus sexys voces por la mañana es lo mejor de mi día.
Kyle estaba a punto disculparse cuando Stan habló primero. —Lo siento, Kyle es quien quiere pelear tan temprano.
—¿Yo? ¡Eres un imbécil! —Kyle fulminó a Stan con la mirada y salió de la habitación.
—Así que… —bostezó Kenny—. ¿Están enojados porque no pudieron dormir juntos?
—¡No! Dios, cállate —Stan salió furioso de la habitación también.
—Es oficial, Kenny, la tensión sexual de tus amigos ya no tiene gracia —murmuró para sí mismo al tiempo que decidía si desayunaría cereal o huevos.
Mientras Kenny preparaba su comida, vio una pequeña caja de regalo sobre la mesa de la cocina, ésta tenía una tarjeta blanca pegada con el nombre de Kyle. Kenny no tenía que ser un genio para adivinar que el paquete era el último regalo que Kyle recibió de su novio y la razón por la que Stan estaba de mal humor.
Desde el inicio de los tiempos, se suponía que las personas reconocieran a su alma gemela cuando sus iris brillaran al cruzar miradas. Una vez que se encontraban, las almas gemelas estaban destinadas a ser el par más feliz siempre que estuvieran juntas. Por eso muchos pensaban que las únicas relaciones románticas que debían existir eran aquellas entre almas gemelas.
Sin embargo, algunos creían que cualquiera podía ser feliz con quien eligiera, incluso si no era su alma gemela. Kyle pertenecía a ese grupo, y por eso llevaba seis meses saliendo con un chico que no era su alma gemela. Stan no aprobaba esa relación.
Normalmente, Stan era tolerante y no se metía en los asuntos de los demás, pero cuando se trataba de Kyle la cosa era diferente. Aparentemente, lo consideraba como una extensión de sí mismo y por eso solía decirle que no debía envolverse románticamente con nadie y, mucho menos, tener un novio que no fuera su alma gemela. Ambos gritaban y peleaban por horas y al día siguiente se reían como si nada hubiera pasado.
Kenny se sentó en el sillón de la sala y encendió la televisión. Estaba seguro de que Stan estaba realmente enamorado de Kyle, pero nunca iba a decirlo en voz alta porque sus ojos nunca brillaban cuando veía a Kyle.
Cuando Kenny terminó su desayuno y estaba a punto de apagar la televisión —porque no soportaba ver de nuevo el comercial del nuevo smartwatch—, su intercomunicador de Freedom Pals comenzó a sonar.
—¿Qué? —dijo en cuanto se aseguró de estar completamente solo.
—Hola, Mysterion, soy Tupperware. Estoy llamando a todos para una reunión urgente en la base en una hora.
Kenny quiso gruñir porque odiaba las reuniones por la mañana, especialmente en domingo, pero terminó diciendole —OK, nos vemos ahí.
—Nos vemos.
Unos minutos después, Kyle y Stan salieron de sus habitaciones y Kenny les preguntó a dónde iban. Por supuesto, sabía que sus amigos recibieron la misma llamada que él y se dirigían a la base, pero tenía curiosidad por saber qué excusa le darían para salir de la casa sin él.
Stan murmuró una respuesta incomprensible mientras Kyle le dió un codazo y le dijo a Kenny que su madre quería que le ayudaran a mover unas cajas. Cuando Kenny, sonriendo, les ofreció su ayuda, fue el turno de Stan de golpear a Kyle.
—No te preocupes, nosotros podemos —Stan tomó la mano de Kyle, y ambos huyeron de la casa antes de que Kenny pudiera decir algo más.
En cuanto se fueron, Kenny se levantó del sillón y se estiró. No sentía ningún rencor contra sus amigos por ocultar que eran superhéroes que habían sido convocados recientemente a una reunión urgente. Porque él también era un superhéroe y también ocultaba su verdadera identidad.
Kenny tenía problemas de confianza cuando se trataba de sus actividades como superhéroe, así que, cuando decidió unirse a Freedom Pals, no pudo resistir la necesidad de investigar todo sobre todos los miembros del grupo. Después de seguir a Toolshed unas semanas, le fue fácil descubrir que su verdadera identidad era Stan Marsh, pero el alienígena, Human Kite, no fue tan sencillo. Tuvo que hacerse amigo de Stan primero para poder averiguar algo sobre Kyle.
Lamentablemente, cuando decidió que podía confiar en ellos, no fue capaz de contarles nada sobre su identidad secreta. Kenny había guardado el secreto tanto tiempo que ya ni siquiera sabía cómo decirle la verdad a alguien. Además, temía la reacción de sus amigos cuando descubrieran que al principio solo fingió que le caían bien.
Dos horas después, Kenny dejó escapar un largo suspiro. Estaba sentado en su lugar habitual en la sala de reuniones de la base, esperando que Tupperware llegara.
Todos los superhéroes que conocía estaban allí, incluso los que vivían fuera de la ciudad habían sido convocados. Fuera lo que fuera que estuviera pasando, era enorme y todos estaban nerviosos. O, casi todos estaban nerviosos, porque Stan y Kyle —sentados frente a él— seguían discutiendo. Incluso con sus trajes de superhéroes eran incapaces de dejar de ser ellos mismos.
—¿Qué tal, Mysterion? —The Coon se sentó a su lado y le bloqueó la vista agitando una mano a la altura de sus ojos—. ¿Sabes qué quiere Tupperware?
—No.
—¿No se supone que tú lo sabías todo?
—Ese es Doctor Timothy.
—Claro, claro… —The Coon empezó a jugar con sus garras.
Kenny puso los ojos en blanco. The Coon era el superhéroe que más odiaba. Todos sabían que solo estaba en el negocio por la fama y el dinero que le daban sus videos de YouTube y su mercancía. Sin embargo, el público lo adoraba. A diferencia de Mysterion, The Coon era accesible y siempre tenía tiempo para los fans.
Kenny no confiaba en él y desde que comenzó el rumor de que The Coon salía con una villana, su confianza en él disminuyó aún más.
—¿Has visto los comerciales del nuevo smartwatch? —The Coon no esperó su respuesta—. Estoy en lo más alto de la lista de preventa. Mi chica va a ser la primera en usar esa mierda.
—¿Tu chica? ¿No dijo Heidi que estaba más interesada en las joyas que en la tecnología?
The Coon sonrió, burlándose en silencio de Kenny. Calamity Heidi robó una joyería hace dos meses, bajo la nariz de Mysterion.
—Heidi está buena, pero, por desgracia para ella, no somos nada. Así que sigue adivinando.
De pronto, la puerta principal de la sala se abrió y Tupperware llegó.
—Una disculpa a todos; algo pasó mientras venía de camino —dijo.
Después de eso, Tupperware comenzó a contarles por qué había llamado a la reunión.
Aparentemente, una fuente muy confiable le dijo que el Profesor Chaos, el supervillano más peligroso de su tiempo, planeaba robar un experimento secreto del gobierno llamado El Matchmaker, la única máquina en el mundo capaz de analizar los ojos de cualquier sujeto y encontrar a su alma gemela ejecutando un complejo algoritmo.
Después de que Tupperware dijo eso, The Coon y, sorprendentemente, Human Kite, se burlaron.
—¿Qué pasa? —Tupperware frunció el ceño.
—Dijiste El Matchmaker, Tupp. Ese es un maldito mito —respondió The Coon con una risa, y empezó a señalar vagamente al resto de los presentes en la sala—. No puedes pensar que en serio vamos a creer que esa máquina existe.
—Pues sí lo creo, y si te callas y me escuchas, te contaré lo que sé hasta ahora. —Tupperware les explicó que El Matchmaker estaba asegurado en uno de los bunkers secretos del gobierno y Chaos lo quería.
Para ejecutar el algoritmo, la máquina tenía que obtener la información privada de cualquier ciudadano sin su consentimiento, incluidos ciudadanos de otros países. Chaos planeaba usar la máquina para chantajear al gobierno, ya que estaba claro que muy pocos ciudadanos estarían contentos de saber que su información privada había sido usada sin permiso.
Además, a nivel internacional, no importaba si la máquina era capaz de encontrar almas gemelas. A ningún gobierno le gusta saber que lo han hackeado. Si Chaos difundía esa información y mostraba pruebas, podría crear un desastre diplomático e iniciar una guerra.
—¿Por qué no la destruyen? —interrumpió Human Kite a Tupperware—. Está mal que exista y, al hacerlo, eliminarían toda evidencia.
—¡¿Destruirla?! ¿Estás loco? —Toolshed saltó de su asiento—. ¡Si funciona, es el invento más valioso de la tierra!
—¿Lo es?
—¡Por supuesto!
—Incluso si no tomamos en cuenta el gran impacto que la máquina tendrá para la humanidad, el gobierno ya ha gastado mucho dinero en su desarrollo como para terminar destruyéndola —dijo Tupperware.
—¿Fu-fu-funciona? —Fastpass miró a Tupperware, curioso.
—Nuestra tarea es solo protegerla, no debería importar si funciona o no.
—¿Es broma, verdad? —Mosquito habló por primera vez en toda la reunión.
Tupperware suspiró.
—Funciona, PERO a nadie le está permitido usarla. La máquina tiene fallas graves. Siete personas que la usaron han muerto.
La reunión continuó con más preguntas hasta que decidieron que iban a dividirse en equipos para mantener a salvo El Matchmaker. Así fue como Kenny terminó en el primer turno nocturno haciendo guardia con Toolshed, Human Kite y The Coon. Eran un cuarteto encantador.
Cuando entraron a la bóveda donde estaba El Matchmaker, Toolshed y The Coon casi corrieron hacia la máquina para admirarla.
—¿Crees que de verdad mata gente? —preguntó Stan.
—No, seguro solo le dijeron eso a Tupperware para evitar que la usemos —respondió The Coon sin apartar los ojos de la máquina.
—Tenemos que usarla. —Los ojos de Stan brillaban detrás de sus gafas protectoras.
—Escuchaste a Tupperware; la máquina es peligrosa. No le creas a The Coon —Kyle también miraba el dispositivo, con una mezcla de curiosidad y desdén.
El Matchmaker era un pequeño cubo, no más grande que una caja de zapatos, con un escáner ocular, un botón y una pequeña pantalla.
—Yo estoy con Toolshed, él tiene que usarla —dijo The Coon, y Kite puso los ojos en blanco—. ¿Alguien aquí ya conoció a su alma gemela? —The Coon siguió hablando.
—No —respondió Stan, cabizbajo.
—No necesito encontrarla. —Kyle cruzó los brazos y se dio la vuelta.
—Y es uno de esos, ¿por qué no me sorprende?
—¿Uno de “esos”? —gruñó Human Kite.
—¿Y tú, Mysterion? —The Coon ignoró a Kyle.
—Eso no es asunto tuyo.
—Huy que grosero. Apuesto a que no.
—¿Y tú? —Stan miró de reojo a The Coon.
The Coon pareció dudar si responder o no, pero terminó diciendo “no”.
Stan suspiró.
—Haría lo que sea para encontrar a mi alma gemela. —Estaba a punto de tocar el dispositivo cuando Kyle le apartó la mano, como haría una madre con su hijo cuando hace algo mal.
—¡Tupperware dijo que es peligrosa! —repitió Kyle.
Stan gruñó pero aceptó mantenerse alejado de la máquina y empezó a planear cómo construir algo alrededor del dispositivo para protegerlo aún más. Parecía que The Coon quería protestar, pero no iba a pelear con Kite, así que solo se sentó en el suelo y empezó a afilar sus garras mientras veía trabajar a Toolshed.
Pasada la medianoche, Kenny estaba recargado en la pared, de guardia y mirando en silencio a su equipo. Human Kite estaba a regañadientes vigilando la puerta, y Toolshed se aseguraba de que su nueva trampa contra Profesor Chaos funcionara.
Mientras tanto, The Coon practicaba su puntería, lanzando sus cuchillos al techo y cerca de las cabezas de sus compañeros, argumentando que les estaba dando la pequeña dosis de adrenalina que todos necesitaban para mantenerse despiertos y atentos.
—¡Basta! —Human Kite reprendió a The Coon después de que mandara un cuchillo bastante cerca de la cabeza de Mysterion. Todo ese tiempo Kenny había estado intentando mantener la calma, pero ese último cuchillo lo hizo estremecerse, y ahora tenía que patear a The Coon hasta matarlo. Kyle debió adivinar su intención y por eso decidió intervenir.
—Tranquilo, Kike.
—¡Kite!
—¿Acaso la inmortalidad no es el superpoder de Mysterion? Además, tus habilidades de sanación lo remendarán lo bastante rápido si fallo.
—Eres imposible. ¿Por qué Tupperware nos hace trabajar con él? —preguntó Kyle, frustrado.
—Porque somos los únicos que no han intentado matarlo —respondió Stan, alejándose al fin de El Matchmaker, satisfecho con su trabajo.
—Entonces deberíamos arreglar eso —sugirió Kenny con su voz áspera y amenazante.
Pero Kenny no pudo cumplir su amenaza porque en ese momento las luces se apagaron y escucharon disparos fuera de la bóveda.
—¿Es Chaos? ¿Dónde está? —Los cuatro activaron sus visores nocturnos y empezaron a buscar al villano.
—¡Agáchense! —dijo Human Kite al escuchar el inconfundible sonido de una bomba activada, y entonces la pared del fondo explotó y los escombros empezaron a volar por todas partes.
Cuando Kenny pudo volver a mirar, vio que Human Kite había usado su escudo para protegerlos.
—¿Estás bien?
—Sí.
—Gracias, Kite. —Stan sonrió a Kyle, y Kenny podría jurar que sus amigos se sonrojaron un poco.
—¡Ja! Quién lo hubiera imaginado, entrar en una instalación gubernamental súper secreta y ultra segura resultó así de fácil. —Los héroes sabían perfectamente que esa voz pertenecía a Chaos, aunque aún no podían verlo.
Kenny se levantó y tomó posición de batalla cuando Chaos apareció entre el polvo. La sonrisa torcida del supervillano y su pose hicieron que Kenny recordara la última vez que pelearon. Esa vez cuando Chaos explotó lo que él pensó era un departamento cualquiera para escapar, pero en realidad era la casa de Kenny. Era hora de venganza.
Mysterion se abalanzó sobre Chaos, pero el profesor lo vio e hizo un gesto a sus esbirros mecánicos para detenerlo.
—¡Mysterion! Ha pasado un tiempo desde la última vez que nos vimos. —Kenny odiaba cuando Chaos usaba un tono amistoso mientras ordenaba a sus drones que lo mataran.
Pronto Toolshed, Human Kite y The Coon se pusieron a su lado y comenzaron a luchar contra los drones también.
—¿Qué opinas de mis drones, Toolshed? Son piezas finas de ingeniería, ¿verdad? —dijo Chaos.
—Son molestas piezas de chatarra.
Chaos frunció el ceño.
—Y yo que pensé que tú serías el único que los apreciaría. Te sobreestimé.
No importaba si Stan pensaba que los drones eran chatarra o no, les estaban pateando el trasero y hacían muy difícil que pudieran proteger el Matchmaker. Chaos había logrado superar su defensa y ahora intentaba desarmar la protección que Stan había hecho antes.
—Yo me encargaré de él —dijo The Coon al mismo tiempo que evitaba los drones que protegían a Chaos y le dio una patada en el estómago.
Chaos dijo algo sobre que The Coon tenía rabia y luego comenzaron a pelear. Mysterion trató de librarse de los drones, pero como The Coon ya no los ayudaba, era más difícil que antes.
Después de unos minutos, cuando parecía que por fin estaban ganando algo de terreno, escucharon un gemido y una pequeña explosión. The Coon había enganchado una de sus garras en el dispositivo de protección de Stan, desactivándolo.
—¿Qué hiciste? ¡Idiota! —gruñó Toolshed.
—No fue mi intención, tu estúpido aparato… —The Coon intentó defenderse, pero su distracción permitió a Chaos electrocutarlo y terminó inconsciente en el suelo.
Chaos comenzó a reír al ver que los otros héroes no estaban en posición de detenerlo.
—Por fin —dijo.
Sin embargo, cuando Chaos tomó El Matchmaker, Kyle lo lanzó contra la pared más cercana mientras decía —No, no te lo llevarás.
—¡Kite! ¡Ten cuidado! ¡Podrías destruir el Matchmaker! —dijo Toolshed, alarmado.
—Mejor destruido que en las manos equivocadas.
Mysterion no dijo nada, pensando que primero debían sacar el Matchmaker de las manos de Chaos y después preocuparse si estaba dañado o no, pero cuando derrotó al último dron que lo detenía y estaba a punto de correr hacia Chaos, escuchó un zumbido y un leve “bip” que lo hizo detener sus movimientos.
Cuando Chaos vio el ataque de Kyle, trató de proteger el Matchmaker del daño cubriéndolo con sus manos. Sin embargo, debido a la fuerza con la que se aferró al dispositivo, presionó sin querer el botón de activación.
Chaos estaba aturdido, así que no entendió lo que pasaba hasta que la máquina comenzó a pitar y el escáner ocular del dispositivo lanzó una luz roja a su rostro.
—¡¿Qué?!
El villano arrojó el Matchmaker lo más lejos que pudo en cuanto comprendió lo que estaba sucediendo, aparentemente él también sabía de los peligros del aparato y le tenía miedo.
Todos en la sala guardaron silencio, esperando que la máquina explotara porque seguía pitando. Sin embargo, la máquina emitió un pitido aún más fuerte antes de quedarse completamente en silencio. Luego la pantalla comenzó a parpadear y aparecieron algunas letras en ella, mientras el aparato empezaba a leer en voz alta.
“¡Felicidades! He encontrado tu pareja perfecta.
El nombre de tu alma gemela es Kenneth McCormick.”
Mysterion se congeló en su lugar, sin creer lo que escuchaba y por un momento imaginó que la máquina hablaba de otro Kenneth. Alguien más en el mundo debía compartir su nombre. Sin embargo, después del nombre de Kenny, la máquina comenzó a leer información privada sobre él —como su última dirección registrada, su apariencia física y su último trabajo—.
Si antes todos en la sala habían guardado silencio, ahora parecía que estaban muertos, porque era imposible escuchar el sonido de la respiración de nadie.
Kenny miraba a Chaos, que no podía apartar sus ojos del Matchmaker.
—¡Puta madre! —Stan fue el primero en hablar y el sonido de su voz rompió el hechizo en el que estaban atrapados.
Chaos se levantó, pálido y con las piernas temblando.
—¡Mysterion, agárralo! —gritó Kyle a Kenny cuando Chaos comenzó a correr hacia la salida de la bóveda, pero Kenny no lo escuchó. No podía creerlo.
El Profesor Chaos, el villano más peligroso y psicótico que jamás había existido… era su alma gemela.
Su alma gemela.
Su persona destinada.
Suyo.
Chaos.